ENTREVISTA
Rodrigo Sorogoyen y Marta Jiménez Serrano: "Nuestras ficciones cuentan lo que pasa después del beso"
Unos días antes de que acabara 2024, el suplemento literario 'Abril' reunió en Madrid al cineasta y a la escritora para que conversaran sobre los muchos temas que comparten la serie 'Los años nuevos' y el libro 'No todo el mundo'
La escritora Marta Jiménez Serrano (Madrid, 1990) y el cineasta Rodrigo Sorogoyen (Madrid, 1981) no se conocían en persona. A Sorogoyen le gustó el último libro de Jiménez Serrano, No todo el mundo (Sexto Piso), y por eso la invitó al estreno de Los años nuevos, la serie que supone su regreso a la pequeña pantalla tras la exitosa Antidisturbios, habiendo triunfado con As bestas en los Premios Goya de 2023 (se llevó nueve galardones, nada menos).
De ahí lo arriesgado de la propuesta de unirlos en una conversación. Una idea que surgió después de haber leído los relatos de ella y de haber visto los diez capítulos (uno por cada año de la década narrada, centrando la trama en Nochevieja) de una historia, la de Ana y Óscar, que ha enganchado a los espectadores con una pretensión bien simple, la de contar lo que nos sucede, y no sólo cuando nos enamoramos, lo más común y ordinario de nuestro día a día.
La vida, con sus cambios y permanencias, sus idas y venidas, sus pérdidas y hallazgos, sus ausencias y sus encuentros, en compañía de la familia, la biológica y la otra, los amigos y la pareja. Una intención no buscada, desde luego no de manera consciente, que une ese particular universo creativo del director de cine, también guionista, con el de la autora. Conscientes de los temas compartidos, deseosos de escuchar al otro, los dos aceptaron la invitación del suplemento literario Abril sin más expectativas que la de charlar.
P. Lo primero que me gustaría plantearles es si les pareció extraña la propuesta.
R. Marta Jiménez Serrano: Más allá de la temática, en lo que más veo que dialogan mi libro y la serie es en la mirada realista del amor. La ficción, sobre todo en los últimos tiempos, ha venido teniendo una mirada o de comedia romántica o de drama que te aniquila la vida. Y yo lo que veo muy en común es esa mirada realista, esos grises de la pareja, esa cosa de la cotidianidad real.
R. Rodrigo Sorogoyen: La querencia por contar un costumbrismo con todo lo banal, todo lo vulgar de nuestras vidas, todo lo ordinario.
P. ¿Había una pretensión de que eso fuera así, que pareciera real?
R. S. : Sí, por supuesto, y en Los años nuevos hemos intentado pasar a un nivel más de lo que solemos ir en cuanto a buscar esa realidad.
M. J. S. : Para mí era fundamental, porque yo no tengo actores. El diálogo es el personaje, muchas veces cómo habla el personaje es también quién es. Era importante que el diálogo quedara lo más ajustado posible, dentro de que leer un libro no es escuchar una conversación.
P. Teniendo presentes sus historias, ¿es el paso del tiempo el factor clave en las relaciones de pareja?
M. J. S. : No necesariamente. Hay mil relaciones de pareja. En una larga, el paso del tiempo empieza a cobrar importancia, eso se ve muy bien en Los años nuevos. Pero si alguien te engaña, pues igual lo más importante no es el paso del tiempo. Lo que sí creo que nos pasa con el tiempo es que venimos de fiar la validez de las relaciones a cuánto duran, y quizá eso sí está cambiando ahora, no hace falta que dure toda la vida para que algo tenga un valor o un sentido o una importancia.
P. En el caso de la serie, la presencia del tiempo es aún más significativa, ya que se prolonga diez años y cada capítulo es un día concreto.
R. S. : Sí, pero nos dimos cuenta durante el rodaje, que es muy bonito. A mí me encanta darme cuenta de las cosas en el proceso. Hay veces que sale antes y hay veces que quieres hablar de algo y terminas hablando de otra cosa. Todo ese proceso lo abrazo y lo acepto y me encanta. Y en Los años nuevos nos ha pasado eso, nos dimos cuenta de que estábamos hablando más sobre la vida y sobre el paso del tiempo. La idea original era contar una historia de una pareja durante diez años. Lo que me interesaban eran ellos, sus evoluciones, cómo puedes querer a alguien aunque lo hayas dejado, cómo muta ese amor… Estas cosas de la vida me interesaba mucho contarlas. Pero es verdad que luego estamos hablando del paso del tiempo, y es una cosa que creo que emociona e interpela mucho el espectador.
Venimos de fiar la validez de las relaciones a cuánto duran, y quizá eso sí está cambiando ahora, no hace falta que dure toda la vida para que algo tenga un valor
P. A todo eso se suma que es ahora cuando nos hemos dado cuenta de que no hay una sola clase de amor.
R. S. : Yo es que no sé si soy un poco rara avis en esto. Desde muy pequeño sé, por mis padres, porque me han educado así, que el amor era eso, yo lo tuve muy claro.
M. J. S. : Claro, yo no. Yo crecí con una infancia muy Disney y lo he descubierto luego. La serie y el libro cuentan lo que pasa después del beso. La ficción nos contaba el primer beso y ahí se acababa la peli. Había muchas ganas de decir qué pasa luego. Porque la relación empieza ahí, en realidad, la estábamos dejando de contar cuando comenzaba.
P. ¿Y por qué lo hacíamos, por qué la dejábamos ahí?
R. S. : Supongo que porque el mundo es más bonito de esa manera. Nos ha pasado siempre, como sociedad no nos gusta meternos en el fango, en tabús, en historias complicadas. Desde Hollywood hasta quien ha manejado los hilos de las ficciones occidentales nos la han metido así y nos la hemos creído. Supongo que es supervivencia, todo lo que ocurre en la humanidad a mí me parece que tiene siempre su lógica, todo lo que es inexplicable realmente es explicable. Se creó el matrimonio, esa sagrada institución, que ha tenido un sentido, pero se ha quedado totalmente obsoleto.
M. J. S. : Y durante mucho tiempo el matrimonio y el amor no estaban relacionados. Ahora sí estamos relacionándolo y decir ya no te quiero es un motivo para divorciarte. Eso antes era un delirio y ahora sí entendemos que la chicha viene después.
P. La ficción nos ayuda a ubicarnos. ¿A los creadores también?
R. S. : No quiero pensar que no nos ha descubierto nada, porque somos seres que aprendemos de todo, pero todavía no lo sé. Sé que me ha removido, me he planteado cosas, he habitado lugares e ideas y sentimientos, pero no te puedo decir una reflexión ni una enseñanza suprema. Le ponemos los cineastas tanta pasión y tanta intuición, yo al menos me considero más impulsivo que reflexivo en ese sentido, a la hora de trabajar, que lo que quiero es que la historia funcione y luego ya me daré cuenta. Si algo hemos intentado de manera racional y consciente en la serie es decir: el amor no es así, el amor de estos dos es así.
Nos ha pasado siempre, como sociedad no nos gusta meternos en el fango, en tabús, en historias complicadas
P. Antes había como un consenso colectivo en cómo afrontábamos el amor, pero ahora hemos visto que se trata de algo más personal.
M. J. S. : Sí, y eso está muy bien en la medida en que cada uno puede encontrar aquello con lo que está a gusto, pero da mucho trabajo. Yo veo también un desasosiego: que alguien me diga cómo tengo que hacer mi relación de pareja. Antes no había nada que pensar y ahora hay que pensarlo todo, desde la exclusividad sexual, las vacaciones, cada pareja tiene que tomar un montón de decisiones, algunas muy grandes, como los hijos, y estamos abrumados también con eso. Está muy bien que existan todos esos modelos, pero estamos abrumados.
P. También ha habido una redefinición de los roles, casi una deconstrucción de lo que hasta ahora hemos entendido por masculinidad.
R. S. : Total, sí. Igualmente, no sé cuánto hay de deliberado y consciente en hacer eso, sobre todo porque a nosotras no nos interesa ese otro hombre y, aparte, no es el que tenemos cerca. Es nuestra normalidad, Óscar es mucho más frecuente en nuestro mundo que el otro.
P. ¿Y entienden mejor el mundo en el que viven escribiendo sobre él y filmándolo?
M. J. S. : Yo creo que sí. En mi libro hay una intención de un retrato realista de cómo es el mundo, y creo que sí lo entiendo un poco más, sí.
R. S. : Absolutamente, siguiendo sin tener ni idea del mundo [ríe]. Pero que quede claro que es un mundo reducido.
M. J. S. : Es cierto, pero al mismo tiempo hay una cosa, lo triste que te quedas cuando te dejan, lo nervioso que te pones cuando vas a quedar con alguien que te gusta, que es lo que conecta con todo el mundo.
P. Bueno, es que hay algunos sentimientos que son universales.
M. J. S. : Y ahí también hay una cosa, y es que el contexto influye en las relaciones y no todo lo controlamos nosotros. Muchas veces, se ha contado la ficción como que dos se enamoran y de repente tienen todo el tiempo del mundo para quedar, todo el dinero del mundo para hacer lo que quieran hacer, parece que están los dos en una burbuja.
P. Por cierto, no hemos hablado de la familia, otra institución, como el matrimonio. Igual que los roles, también ha cambiado.
R. S. : En nuestro caso era más contar que somos así en gran parte por estos progenitores.
P. Y a veces heredamos más las fragilidades que las fortalezas.
R. S. : Y tenemos heridas debido a cuestiones de nuestros padres.
M. J. S. : Y que cuando te relacionas con alguien te relacionas también con su entorno.
P. Por ejemplo, antes era casi imposible empezar una relación con alguien que tuviera un hijo.
M. J. S. : Claro, yo conozco verdaderos duelos de: bueno es que también me dejé de llevar con este niño.
El contexto influye en las relaciones y no todo lo controlamos nosotros. Muchas veces, se ha contado la ficción como que dos se enamoran y de repente tienen todo el tiempo y el dinero del mundo
P. Hablando de duelo, ¿qué pasa cuando una relación se termina? Y no sólo me refiero a una relación sentimental, también a la amistad.
R. S. : Ha cambiado el significado de la amistad para nuestra generación. Ahora los amigos son mucho más importantes, muchas veces, que la pareja, porque las parejas vienen y van y los amigos de verdad te duran toda la vida. Eso está reflejado en las ficciones que hacemos.
M. J. S. : Y tenemos más tolerancia a que esas exparejas se conviertan en amigos. Antes eso era absolutamente imposible, dejarlo con alguien era como si hubiera muerto.
P. Los dos se muestran comprensivos con sus personajes, y esa palabra, comprensión, me parece crucial en estos momentos, porque nos falta mucho en la vida real.
R. S. : Sí, estamos enjuiciando todo el rato, con la crítica todo el rato, con el castigo/salvación, este es el malo, esta es la buena, rapidísimo. Hay una falta de tiempo, por supuesto, porque nos han metido también esta sociedad en la que tienes que decidirlo todo y hacerlo todo rapidísimo, también juzgar, opinar, y eso pasa con nuestros personajes. Yo he ido a muchos coloquios y me peleo con el público cuando dice: este personaje me cae fatal o este es aburrido. Es como coger un mantra y repetirlo, nos han enseñado a no pensar, a no a reflexionar.
Estamos enjuiciando todo el rato, con la crítica todo el rato, con el castigo/salvación, este es el malo, esta es la buena, rapidísimo
M. J. S. : Y en las relaciones amorosas estamos todo el rato con lo que debería ser en la boca. Veníamos de una imposición muy clara de la familia tradicional y la pareja, pero nos hemos metido de repente en ahora cómo tienen que ser las cosas.
R. S. : Sí, como ya nos hemos dado cuenta de lo que es lo perfecto y lo bueno, esto tiene que ser así.
M. J. S. : Claro, yo estaba muy cansada de eso y de determinados discursos. A mí me interesaba mucho la ficción para decir: a ver, ¿esto cómo es de verdad? Porque la gente luego hace lo que puede, y los sentimientos son complejos, contradictorios, paradójicos, no es tan fácil.
R. S. : Y siempre hay alguien detrás juzgando, es horrible. Además, hemos creado una herramienta, las redes sociales, que sirve para decir mira cómo estoy, mira cómo soy, lo que hago, que en el fondo es: júzgame. Estás esperando todo el rato, todo el puto día, con perdón, una opinión traducida en un like, en 18.000 o en un comentario. Es enfermizo.
P. ¿Y ustedes cómo llevan la crítica?
M. J. S. : Debemos confiar en espectadores y en lectores con lecturas y visionados complejos.
R. S. : Ya el que se compra un libro podemos confiar en él. Ahora, el que pone el mando a distancia... [ríe]
M. J. S. : Quiero decir que es verdad que estamos con la sentencia en la mano, y con eso muchas veces las obras de ficción también las estamos juzgando como si fueran un ensayo. Tenemos que entender que la ficción refleja una cosa compleja. No todo es un símbolo total. Al revés, donde está lo universal es en el sentimiento de base, pero luego son personajes concretos con sus circunstancias concretas.
R. S. : A nosotros nos han dicho que en Los años nuevos no está representado el amor LGTBI. Pues no, pues ya habrá otras ficciones que lo hagan. Es como que la gente se fija más en lo que debería haber y no hay que en todo lo demás.
M. J. S. : Y, además, que uno cuenta lo que puede, ¿no?
P. O lo que quiere…
M. J. S. : Pero también un poco lo que puede. A mí hay temas que me parecen superrelevantes y de los que a lo mejor no tengo nada que decir desde el punto de vista creativo. Hay historias que quizá no sabrías por dónde abordar, y eso no quiere decir que el tema no te parezca importante. Si piensas en la opinión ajena no llegas a ningún lado.
'Los años nuevos'
Rodrigo Sorogoyen
Movistar Plus+
Diez episodios
'No todo el mundo'
Marta Jiménez Serrano
Editorial Sexto Piso
212 páginas. 18,90 euros
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