CRÍTICA

'La mujer que amaba a las abejas', de José Luis Martín Nogales: la sombra de la memoria

Estamos ante una obra muy sólida, madura, que respalda la labor de un autor imprescindible y polifacético

El escritor José Luis Martín Nogales, autor de 'La mujer que amaba a las abejas'.

El escritor José Luis Martín Nogales, autor de 'La mujer que amaba a las abejas'. / DC

Manuel Ángel Morales Escudero

La obra de José Luis Martín Nogales (Burgos, 1965), profesor, crítico literario y escritor profundo, se caracteriza por una esmerada factura en su composición y en la elección de los temas. Es una obra profunda que ha ido creciendo y que abarca la literatura infantil y juvenil (El faro de los acantilados, Verás caer una estrella), la novela policiaca y de misterio (Herederos del paraíso, La mujer de Roma) o la crítica literaria (Los cuentos de Ignacio Aldecoa). Es un autor, por lo tanto, polifacético; un humanista que destaca en todos los campos intelectuales que aborda.

La mujer que amaba a las abejas se adentra en la memoria y el recuerdo, en este caso de la Guerra Civil y las consecuencias de esta. La acción comienza con un crimen y una fecha: el 2 de agosto de 1939. No es una fecha cualquiera. Acaba de terminar la contienda. En efecto, la guerra había terminado en abril de 1939, pero el miedo y la represión empezaban para una parte de la población. El cuerpo de un hombre del pueblo, El Moreno, aparece bajo un árbol: ha sido asesinado. No se sabe la autoría del crimen, es simplemente una muerte más en un país acostumbrado a la muerte.

La novela retrocede entonces hasta el verano de 1936, cuando empiezan a interrelacionarse las vidas de los protagonistas hasta que deviene la tragedia final: «El encuentro que se produjo aquella mañana entre Antonio y el herrero Ismael puso en marcha una historia de pasiones desatadas». A lo largo de la novela se sucederán desde este punto una serie de acontecimientos protagonizados por seres que obedecen al destino, a lo que les ha impuesto la tradición, como don Rafael; y por aquellos que se rebelan contra él, como Álvaro o Delia. Es la lucha entre una España que moriría con el tiempo y otra que empezaba a bostezar, aunque solo se esbozaran unos tímidos intentos.

Analepsis y prolepsis

La técnica de Martín Nogales alterna entre el pasado y el presente, permitiendo que los recuerdos y las experiencias actuales de los personajes se entrelacen de manera orgánica. Esta técnica narrativa, conocida como analepsis (flashbacks) y prolepsis (flashforwards), proporciona una profundidad adicional a la narrativa, permitiendo al lector ver cómo las experiencias pasadas moldean las identidades y decisiones actuales de los personajes. Don Rafael es un personaje antiguo, atávico, consciente de que encarna una tradición que tiene a toda costa que defender. En cierto modo, don Rafael es presa del pasado, pues este lo domina todo y se antepone a los sentimientos para con su familia.

Con nobles pinceladas, Martín Nogales recrea un escenario perfecto para encuadrar su tragedia española

Don Rafael se debe a la tierra y por ella es capaz de cometer cualquier acción, buena o mala. Es la tierra la que finalmente lo enfrenta con sus hijos. Y por la tierra va a morir en la guerra alguno de ellos. Y otro tanto puede decirse de su mujer, doña Berta, víctima en el fondo también de esa tradición que había ganado la guerra. Sin embargo, Delia y Alberto representan una España nueva que nace entonces, víctimas también de las circunstancias, pero dispuestos a afrontar nuevos caminos, a soltar amarras de un pasado aprisionante.

Entre esos extremos se mueven personajes como El Moreno, víctima de su propia inocencia en un mundo cruel, seco y hermético; un mundo duro en un espacio yermo e impasible a los sufrimientos humanos. La inocencia no tiene cabida en ese país que describe el autor, en ese paisaje desolado y hosco, pero también lleno de austera belleza.

Esa es otra de las virtudes de la novela: la descripción del paisaje y la conformación del ambiente. El paisaje es, como he apuntado, hosco y abrupto, seco y austero. Aparentemente yermo, pero lleno de vida. El lector capta el calor, la sequedad, la dureza de esa geografía en la que se ambienta la novela. Con nobles pinceladas, Martín Nogales recrea un escenario perfecto para encuadrar su tragedia española, pues eso es lo que es: la descripción de una tragedia en la que el fatum se enfrenta a la libre voluntad de los personajes que se resisten o que se someten a él. El ambiente creado de esta forma acompaña a los personajes, envolviéndolos en una atmósfera que se hace real para el lector.

La mujer que amaba a las abejas es una obra sólida, madura, que respalda la labor de un autor imprescindible y polifacético. Un escritor renacentista para una obra consolidada que crece en valor, que es clásica en su factura, pero atrevida y delicada a la vez.

'La mujer que amaba a las abejas'

José Luis Martín Nogales

Menoscuarto Ediciones 

336 páginas

21,90 euros