CRÍTICA
'El cantar del profeta', de Paul Lynch: sálvese quien pueda
En su última novela, Premio Booker 2023, el autor irlandés, describe una situación que podemos identificar con escenarios del pasado pero que resuena como si fuera del presente para los que seguimos las noticias
Sergi Sánchez
El ruido se abre paso hasta el sueño, pero la pesadilla es ahora. Los que hayan visto la serie Years and years o hayan sufrido Civil War de Alex Garland sabrán que somos una raza en peligro, que la civilización pende de un hilo invisible, que muy pronto empezarán a llamar a nuestras puertas para interrogarnos y no tendremos ni idea de qué nos acusan. Siempre ha habido ficciones distópicas, pero tal vez ahora que las distopías clásicas se han cumplido, tenemos la impresión de que las que vienen apenas se conjugan en futuro, son documentales que quieren maquillar su efecto realidad.
Es lo que hace Paul Lynch (Limerick, Irlanda, 1977) en El cantar del profeta, donde describe una situación que podemos identificar con escenarios del pasado –desde la persecución judía hasta los desaparecidos en Chile y Argentina– pero que resuena como si fuera del presente para los que seguimos las noticias y vemos cómo la extrema derecha canibaliza la verdad en los sistemas que se pretendían democráticos, y la gente sigue con sus vidas como si nada les incumbiera hasta que una catástrofe les deja sin casa, a un policía se le va la porra o la pelota de goma, o a un jefe le importa un rábano la salud mental de sus trabajadores.
En la novela, ese destino inevitable arranca con la desaparición de Larry, líder del sindicato de profesores que se ha manifestado a favor de los derechos de los docentes en una Irlanda totalitarista, cada vez menos tolerante con las voces disidentes. Y la desesperación se adueña de su esposa Eilish, una bioquímica con cuatro hijos y un padre al borde de la demencia a los que proteger, y por eso la novela no tiene prácticamente puntos y aparte, ni tampoco hay marcadores para los diálogos, todo se derrama sin control, porque vivimos en la cabeza de Eilish, y no da crédito a lo que está ocurriendo, y la posibilidad de salvar a sus seres queridos puede significar abandonar a ese marido del que ya no ha vuelto a saber nada, y la novela, implacable, se deja invadir por un escenario cada vez más apocalíptico, y de pronto el lector se ahoga entre las palabras, como un refugiado debe de ahogarse en una furgoneta sin respiraderos, y Lynch nos lo cuenta con una urgencia contagiosa, que delata la relevancia política de una novela que piensa más en presente que en futuro.
Es un acierto de El cantar del profeta que no entremos en detalles ideológicos, que mande esa bruma de la ignorancia en la que nos sume el poder absoluto de las instituciones, en la que al final nada importa más que la supervivencia. Recordémoslo: todos somos potenciales antisistema o inmigrantes sin papeles, todos podemos acabar en calabozos infectos, nuestras libertades individuales pueden diluirse como un poco de sal en una riada de incendios, y literatura como esta, Premio Booker 2023, nos arrastra con ella al fango con una eficacia tremenda, comprometida con la realidad que nos ha tocado vivir y obligándonos, lo queramos o no, a ponernos en el lugar del otro, a ejercer ese músculo de la empatía que las desgracias en tercera persona siempre conjugan desde la lejanía. No, esta vez, estamos cerca, cada vez más cerca, hasta el punto de que ni siquiera como lectores sabemos si podremos salvarnos.
'El cantar del profeta'
Paul Lynch
Traducción de Eduardo Iriarte Goñi
Alfaguara
328 páginas
21,90 euros
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