Opinión | FE DE ERRORES
Poseducación e infodemia (uno)
Una encuesta realizada por la Fundación COTEC a siete mil personas reveló que para los españoles consultados la escuela de hoy es peor que la de otras épocas, los alumnos salen peor preparados y se han deteriorado considerablemente la disciplina y el respeto hacia los profesores

Una clase de 1º de Bachillerato de un instituto de Gijón. / EPE
No resulta difícil encontrar la conexión entre la “nueva pedagogía” de la denominada “escuela comprensiva” con nuestro “espíritu de época” definido como Posmodernidad. Por eso, ante diagnósticos como el que madrugó en ofrecer Hannah Arendt para los Estados Unidos e Inger Enkvist ha actualizado desde Suecia, España y otros países, bien podemos hablar de Poseducación.
Hace un decenio Miguel Ángel García de Juan se ocupó ya de “la enseñanza y el aprendizaje posmodernos en España”. Las nuevas pautas que comienzan a implantarse en Suecia en 1962 llegarán aquí con la LOGSE de 1990, cuando ya había pruebas convincentes de su fiasco en el país nórdico. Según Andreu Navarra, autor de Prohibido aprender. Un recorrido por las leyes de educación de la democracia (2021), ello nos ha conducido al desvío de la “escuela de sentido común”, hacia “un milenarismo místico de manual”, el de la Nueva Pedagogía comprensiva y facilista.
Por su parte, otro experto, Gregorio Luri, aboga también por El arte de educar con sentido común, está en contra de que la escuela se convierta en un parque de atracciones y defiende como base de todo proceso educativo el “conocimiento poderoso”. Esto es, el conocimiento opuesto al “pensiero debole” posmoderno y sometido al oxímoron de la llamada “inteligencia emocional”.
A este respecto, en la comunidad autónoma que mejor conozco acaban de incorporarse medio millar de nuevos profesores. Las autoridades responsables los reunieron en un acto de bienvenida ante los medios de comunicación. Me impresionó que de los tres protagonistas del evento entrevistados, uno hablase como inminente maestro en una cárcel, y sus dos compañeras, antes de incoprorarse a sus colegios, se mostrasen totalmente volcadas hacia una docencia “emocional”. Por otra parte, en un Foro Educa realizado simultáneamente tuvo considerable éxito el proyecto Game Based Mentoring (sic) concebido como un “acompañamiento socioemocional a través de juegos de mesa”.
Las humanidades, sacrificadas
Lo cierto es que, a la hora de aligerar contenidos curriculares las humanidades son las primeras sacrificadas. Pero suprimiéndolas, como afirmaba Nuccio Ordine, “tendremos una humanidad desmemoriada que perderá por entero el sentido de la propia identidad y la propia historia”. Con la clarividencia que le era propia, George Steiner apuntaba la sintonía existente entre “la pedagogía hedonística” de la Poseducación, con su desdén hacia la memoria y su preferencia por las competencias frente a los contenidos, y las lógicas del mercado, que desde el taylorismo hasta la pedagogía constructivista exigen de la escuela fundamentalmente la producción de eficaces operarios.
Propuestas semejantes arraigaban ya en el seno del fascismo italiano, cuando Mussolini avalaba la nueva escuela inspirada por Giuseppe Lombardo Radice en la que se prescindía del enciclopedismo de las viejas aulas y se sustituía el protagonisno del maestro por la autonomía del “niño-poeta”. Es de recordar, en cuanto a la toma de postura ante esta dicotomía vieja/nueva escuela por la que los defensores de aquella son identificados como reaccionarios, la oposición que desde la cárcel Antonio Gramsci hace al proyecto educativo mussoliniano. El pensador comunista defiende la escuela tradicional, muy eficaz en la transmisión de la cultura general y promotora del sapere aude kantiano.
Las opciones fascistas, imbuidas de la demagogia populista, enterrarían el esfuerzo por aprender. Así, José Sánchez Tortosa en El culto pedagógico. Crítica del populismo educativo (2018) se fija en el desafortunado arraigo entre nosotros de una idea inspirada en la filosofía del Poder de Foucault: la de que la transmisión del conocimiento por parte de los maestros se confunde con una “práctica autoritaria”. Tal cosa está ocurriendo con las reglas ortográficas, y en una entrevista reciente Andreu Navarra se refería a los colegios, calificados por él como “ludotecas”, en los que no se enseñan las tablas de multiplicar porque se consideran opresoras.
La calidad de la enseñanza
El Programa para la evaluación internacional de los estudiantes, conocido por el acrónimo inglés PISA, analiza y valora lo que los estudiantes de casi noventa países del mundo saben y son capaces de hacer al terminar la educación secundaria, centrándose en tres destrezas consideradas troncales: ciencias, lectura y matemáticas. El informe correspondiente al trienio 2018-2021 sitúa a la cabeza a tres países asiáticos en los que no ha penetrado esa Nueva Pedagogía: Singapur, Japón y Corea del Sur. España es el primero por debajo de la media de la OCDE. Situados en el puesto 26, el promedio de nuestra valoración en Ciencias es de 485, en Matemáticas de 473 y en Lectura 474. Las calificaciones de Singapur son, respectivamente, 561, 575 y 543.
Así, en 2023 tres profesores promovieron un Manifiesto en defensa de la enseñanza como bien público (contra la LOMLOE y las leyes que la preceden) suscrito por un nutrido grupo de docentes e intelectuales. En este manifiesto se abordan cuestiones capitales, conformes al sentido común, por caso que la calidad de la enseñanza debe basarse en conceptos como el esfuerzo y el mérito; que la evaluación debe ser por contenidos, ya que la basada en competencias diluye los conocimientos concretos; que deben mantenerse las notas numéricas y las menciones de honor; que la prueba de selectividad para acceder a las Universidades debe ser única para todo el país; y que no puede ponerse en solfa la autoridad de los docentes en el aula y su libertad de cátedra.
Tal diagnóstico no es ajeno a la percepción pública del problema. Una encuesta realizada por la Fundación COTEC a siete mil personas reveló que para los españoles consultados la escuela de hoy es peor que la de otras épocas, los alumnos salen peor preparados y se han deteriorado considerablemente la disciplina y el respeto hacia los profesores.
A todas estas plausibles reacciones se añade últimamente un nuevo vector cual es la incidencia de la infodemia, la hipertrofia de la informática, la virtualidad y la digitalización, en las derivas poseducativas. Neil Postman, en su panfleto Por un ateísmo tecnológico (2024) escribe: “si de mi dependiera, prohibiría a los educadores hablar de mejoras tecnológicas si antes no revelan las razones de la educación que quieren ofrecer. Y esas razones se encuentran en lugares donde no habitan las máquinas y donde los dioses de otro orden pronuncian sus palabras”. En la misma línea, dedicaré mi próxima Fe de errores al movimiento POR UNA ESCUELA OFF, nacido en España pero ya extendido a otros países, que propone una tarea que desde ya suscribo: Reconsideremos la digitalización de la educación.
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