Opinión | TRIBUNA

Tren a la Feria

¿Un viaje de escritores o una excursión de escolares? El 'Tren de la cultura' de Renfe tuvo algo de ambos

Dolores Redondo y Juan Luis Arsuaga, en el 'Tren de la cultura' de Renfe y Planeta.

Dolores Redondo y Juan Luis Arsuaga, en el 'Tren de la cultura' de Renfe y Planeta. / Asís Ayerbe

Cuando yo era niño, hace ya un tiempo, algunas de las excursiones de mi colegio de provincias las hacíamos en tren. El ritual siempre era el mismo: quedar muy temprano en la estación, con el estómago medio anudado por los nervios, subirnos a un vagón que enseguida se convertía en pura algarabía, buscar buenos compañeros de asiento y hablar (o cantar) sin parar hasta el destino, donde alguien solía esperar para enseñarnos algún monumento o lugar emblemático.

Un par de viernes atrás, un grupo de periodistas pudimos vivir algo parecido en compañía de algunos de los primeros espadas de Planeta, entre otros las superventas Alice Kellen, Dolores Redondo o Megan Maxwell. El todopoderoso grupo editorial había organizado en colaboración con Renfe un ‘Tren de la cultura’ que realizaba el trayecto Madrid-Zaragoza para celebrar el 90 aniversario de la Feria del Libro de Madrid y la XXX edición de la de la capital aragonesa. El lío en el vagón era parecido al de aquellas excursiones de los 80, porque a los doce autores/estrellas del grupo les rodeaba un enjambre de cámaras de televisión que les forzaba a levantarse y moverse todo el tiempo, como cuando nosotros intercambiábamos asientos con los amigos a lo largo del viaje.

En Zaragoza nos esperaba alguien para explicarnos el lugar en el que se iba a celebrar la presentación, el vetusto Casino Mercantil, una joya modernista donde Albert Einstein, al parecer, celebró su 44 cumpleaños en 1923. Y hubo también discurso de quien consideraremos el equivalente a la profesora de la clase, Eva Orúe, la omnipresente directora de la Feria madrileña a la que alguien tendrá que poner algún día una estatua en el Retiro por el ingente trabajo de comunicación que está haciendo. “Las ferias del libro y el tren articulan el territorio – dijo Orúe-. Las hay en grandes ciudades y pueblos pequeños, igual que los trenes. Trabajamos para eso, para que el territorio se mantenga cohesionado”. La idea, se contó allí, es que en el futuro los destinos vayan cambiando, de forma que esa tela de araña libresca se vaya extendiendo.

Lo más divertido, claro, fue observar el comportamiento de tantos autores célebres y buscarles equivalentes en aquellas clases del cole. Luz Gabás, la ganadora del premio Planeta, era la indiscutible líder carismática, que para algo ha sido alcaldesa (de Benasque). Junto a ella, en todo momento, su ‘mejor amiga’, la finalista del premio Cristina Campos. Los bolos a dúo unen (a veces) mucho. Luego estaba el bohemio de la clase, ese listo despeinado que aprende sin esfuerzo, Juan Luis Arsuaga, que le contaba a quien quería escucharle lo contento que está de que este año la Feria esté dedicada a la ciencia. Y el papel del gamberro se lo podríamos adjudicar a Manuel Vilas, que hablando sobre la polémica de este año, la presencia de firmantes famosos como Ana Obregón, pedía con sorna que se creara una feria solo con escritores, “ensayistas, poetas, novelistas”. Cocineros, presentadores, influencers y demás, según él, estarían mejor en otra feria.

Pero el papel más evidente de todos era el que desempeñaba Lorenzo Silva como el delegado de la clase. Silva es un hombre de infinitos saberes, incluido el conocimiento detallado de la red de carreteras y ferrocarriles del centro peninsular. Cuando le presentaron a la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, que de casualidad viajaba en el mismo tren, le bastaron tres minutos para reclamarle una línea de Cercanías que una Illescas (Toledo), donde tiene la casa en la que escribe, con la capital. Él vive a medio camino, en Getafe. “Ese tren se amortiza en año y medio”, dijo seguro el escritor, y pareció convencer a la ministra para pelearlo en el Gobierno. Si tenemos en cuenta que esa línea podría dinamizar todavía más su ritmo de producción (lleva más de 60 títulos publicados), ese sí que sería el verdadero tren libresco.