Opinión | ALTA FIDELIDAD

Deditos de chocolate en los libros

Alejandro Zambra: "Es vergonzoso que el aprendizaje de la paternidad sea ahora algo nuevo"

Pergolesi en San Blas

Cuando fue padre, Alejandro Zambra dejó de escribir para no tener que elegir entre crear o criar

El escritor Alejandro Zambra, fotografiado en Barcelona

El escritor Alejandro Zambra, fotografiado en Barcelona / Ricard Cugat

Yo no sabía que los padres podían llevar a sus hijos al pediatra hasta que el padre de los míos lo hizo y se demostró que el mundo seguía rotando sobre su eje. De pequeña nunca se me pasó por la cabeza que un padre acompañara al dentista a un hijo. Nunca vi a un padre en la sala de espera, en todo caso vi señores.

Ahora pienso que seguramente mientras ellos estaban allí -fumando, claro-, en otra sala de espera de la ciudad sus hijos estarían con su madre. Aunque la estadística demuestra que esto sigue siendo en gran medida así -pero sin fumar en la sala de espera-, la estadística de mi círculo cercano es muy diferente.

Según mi propio centro de investigaciones sociológicas con sede en mi cocina y sucursal en casas de amigos, los padres, los señores, hace tiempo que no sólo llevan al pediatra a sus hijos, sino que les dan besos, los achuchan, les dicen que les quieren, duermen con ellos cuando tienen pesadillas (tanto el padre como el hijo), les cocinan y les cantan nanas. Lo sé porque lo he visto y porque lo he leído en Literatura infantil de Alejandro Zambra.

Dice el escritor chileno que cuando fue padre dejó de escribir porque no quería tener que elegir entre crear o criar. No es del todo cierto porque un escritor nunca deja de escribir aunque sea en su cabeza. Con el nacimiento de su hijo Silvestre, Zambra garabateó diarios, poemas en el móvil, textos que ahora conforman este libro que el autor de Poeta chileno no quiere definir y hace bien. Aunque os parezca mentira, en Literatura infantil Zambra reivindica la literatura infantil, los álbumes ilustrados, a Maria Elena Walsh, a Maurice Sendak y a los escasos hombres que han escrito sobre la paternidad como Daniel Pennac.

Cree el escritor que han sido pocos porque ellos sí tenían que elegir entre criar y crear y, por supuesto, ellos, a lo largo de la historia, nunca eligieron ir al dentista con los niños, sino escribir, prohibir hacer ruido mientras papá escribe. Dice Juan Villoro, que -cosas de la vida- acaba de publicar un libro sobre su padre titulado La figura del mundo, que es muy difícil tener un padre que prefiere estar en cualquier otra parte, leyendo o escribiendo, que al otro lado del despacho, jugando o cuidando a sus hijos.

Contaminar la escritura

Las cosas han cambiado un poquito y ahora tengo la sensación de que los escritores dejan a sus hijos meterse en ese despacho e interrumpir la escritura, contaminarla, si me permitís la expresión, dejar sus dedos llenos de chocolate en las hojas. Eso, creo, es lo que ha hecho Silvestre en la literatura de Zambra y eso es lo que nos cuenta en Literatura infantil, cómo ser padre llena todo de chocolate y pegotes de galleta, el mundo entero cambia cuando lo miras embadurnado de papilla y el escritor parece decirnos que lo hace para bien.

Un hijo es la cometa más bella y más difícil de manejar en el vendaval este que llamamos vida

Eso también es una mirada doblemente diferente. Un escritor, padre, que no tiene quejas, sino ternura a chorros y al que le gusta el mundo con olor a pañales sucios y al ritmo de las canciones de Maria Elena Walsh. En una de ellas, El mundo del revés, ella habla de un perro pekinés, que se cae para arriba y una vez no pudo bajar después.

Eso es, exactamente, ser padre, la paternidad te convierte en perro pekinés, te caes para arriba y ya no se baja, pero, además hay que sostenerse en el aire, cuidar que no se nos lleve la corriente. Un hijo es la cometa más bella y más difícil de manejar en el vendaval este que llamamos vida, por eso me interesan tanto los libros que sobre ello han escrito las madres, pero ahora deseo seguir leyendo a los padres. Después de conquistar las salas de espera del pediatra los quiero contándolo en los libros.