CRÍTICA

Crítica de 'El corazón del daño', de María Negroni: una poética de la ausencia

La autora argentina deconstruye todo lo que se podría pensar como obvio dentro de la denominada literatura del duelo

La escritora argentina María Negroni

La escritora argentina María Negroni / EPE

Anna María Iglesia

"Lo que debiera oírse/ no se oye", escribía en Oratorio María Negroni (Rosario, 1951), y estos versos resuenan en las páginas de El corazón del daño, porque hay algo, perceptible solo por momentos, que une estas dos obras. No importan los géneros, no importa que Oratorio sea un poemario y que El corazón del daño escape de cualquier tipo de categorización. Lo que las hermana y lo que las hace dialogar con el resto de la producción de esta poeta, narradora y ensayista argentina es el pulso de una escritura que intenta nombrar lo que no hay, que se enfrenta al vacío, a lo que no se oye, a lo que no está. 

Poema narrativo, confesión, relato del duelo, rapsodia fúnebre, ensayo sobre la escritura, epístola, El corazón del daño tiene elementos de todos estos géneros, pero no agota ninguno. El punto de partida es la muerte de una madre ausente a la que, de niña, la narradora esperaba al otro lado del pasillo: "Esperaba en vano que ella me cantara un arrorró, que dejara el pasillo para venir a sentarse a mi lado".

Nunca pasó, pero esa ausencia materializada por un pasillo vacío, esa "sustracción del amor", terminó por bendecirla: "Tuve que rendirme a lo inaudito, lo que llega porque sí, callado y sabio, como alimento cuyas propiedades se ignoran", y eso inaudito tiene que ver estrechamente con el lenguaje y la escritura que "es saber y no saber". 

"¿Es posible escribir lo que se vive?", se pregunta Negroni, y a partir de aquí convierte la experiencia del duelo en el punto de partida para reflexionar sobre el silencio que envuelve el leguaje que, por un lado, no consigue nombrarlo todo y, por otro, significa más de lo que nombra. "Tu cuerpo, Madre, apenas llegado, decía: Estoy ausente. A esto lo he llamado escribir" y, efectivamente, el carácter ausente de la madre es el correlato de la escritura.

LA MADRE Y LA ESCRITURA

Hay casi una relación metonímica entre la madre y la escritura, pues ambas están envueltas de silencio y, si se quiere, de insuficiencia. El asma de la madre que la vuelve egoísta, encerrada en sí misma, siempre insuficiente, tiene su reflejo en el lenguaje, también asmático, también insuficiente, pero que adquiere sentido paradójicamente en su afasia. "La poesía […] no tiene interés en temas ni en personajes. No inventa mundos. En el ruido de hoy, da a escuchar un silencio", que, sin embargo, abre nuevos sentidos. Porque escribir, comenta después, es ir en contra de la obviedad del mundo.

El corazón del daño es una deconstrucción de todo lo que podríamos pensar como obvio dentro de la llamada literatura del duelo, porque, ante todo, en esta escritura que nace y se rodea de vacío no hay yo ni tú. Son –ya lo dijo el crítico Paul de Man– rostros sin nombre, sin referente concreto. Pronombres que la escritura rellena al tratar de nombrarlos y no lo hace a través de la experiencia personal, sino a través de la palabra de la que se escribe y de la que se lee.

Por eso, El corazón del daño se construye a partir de citas y referencias, porque la literatura nace y se nutre de la literatura. Negroni se nutre de los autores que cita y de los que evoca: ahí está el fraseo de Clarice Lispector o el fragmento de Anne Carson, entre otros. Y ahí está una obra que nace del pulso poético de una escritora para quien escribir es un desafío con las palabras, es invocar la ausencia para convertirla en presencia; para la cual el silencio es una forma de decir, una forma de decir nueva, radical, alejada de toda obviedad.

El corazón del daño es un completo desafío a la muerte, al duelo, al lenguaje y, como no, a los lectores. 

'El corazón del daño'

María Negroni

Random House

144 páginas

17.90 euros