Opinión | OPINIÓN

La literatura sale en defensa de las Bovary

Siempre es una buena baza inspirarse en las grandes obras universales y mirarnos al espejo

Una escena de la obra 'Madame Bovary' dirigida por Carme Portaceli

Una escena de la obra 'Madame Bovary' dirigida por Carme Portaceli / EPE

La literatura no está separada de la sociedad. Todo lo contrario. La literatura cabalga sobre ella. La necesita para moverse de un lugar a otro. En el tiempo y en las diferentes realidades que acaba narrando. La literatura sirve para explicarnos. Y, por lo tanto, siempre es una buena baza inspirarse en las grandes obras universales y mirarnos al espejo.

Este pasado fin de semana, a cuatro días del 8-M, se representó en el escenario del Teatro Nacional de Cataluña (TNC) una readaptación de la obra de Gustave Flauvert, Madame Bovary, escrita por Michael De Cock, dirigida por Carme Portaceli, y que constataba una realidad tanto del pasado como contemporánea.

Escenografía muy mínima para poner en valor las reescritas frases del francés que, en boca de la actriz belga Maaike Neuville, en este caso en holandés, resonaran auténticas, fuertes, brutales, angustiosas, terriblemente reales. 

FORTALEZA

Y es que Bovary se ha convertido, a lo largo de la historia, en un símbolo de la consciencia de la mujer. La literatura es una herramienta con una fortaleza descomunal. Por ello, la historia de una mujer obligada a casarse con un hombre anodino y simplón, que tuvo que convivir con su amargura entre amantes que tampoco estuvieron a la altura y que acabó suicidándose, terminó, entonces, en un juicio a su autor y editor por "ultraje a la moral pública y religiosa y a las buenas costumbres". 

Todo ello toma una simbología especial un día después de las grandes manifestaciones convocadas en las ciudades españolas durante el 8-M. La literatura trabaja para que, de existir alguna Bovary entre nosotros, que existen, queden reflejadas en las letras impresas de esos pozos sabios y descriptivos que son los libros. Siempre habrá autores que lo cuenten, y editores que lo editen y lectores que lo lean, en una acción de defensa de y por la inteligencia.