PERFIL

Hanif Kureishi, el veneno del deseo

El pasado mes de diciembre el escritor se desplomó mientras paseaba por Roma y desde entonces el cuerpo le funciona a medias

El escritor británico Hanif Kureishi

El escritor británico Hanif Kureishi / EFE

Dídac Peyret

“Ésta es la noche más triste, porque me marcho y no volveré. Mañana por la mañana, cuando la mujer con la que he convivido durante seis años se haya ido a trabajar en su bicicleta y nuestros hijos estén en el parque jugando con su pelota, meteré unas cuantas cosas en una maleta, saldré discretamente de casa, esperando que nadie me vea”. Así empieza Intimidad, el libro más controvertido de Hanif Kureishi (68 años, Londres), un ejercicio crudo de intimidad que puso patas arriba los dilemas éticos de la ficción el año 1998.

Como su protagonista, Kureishi era un escritor y guionista en plena crisis de los cuarenta; al igual que él consumía drogas; y justo antes de la publicación de la novela dejó a su mujer y a sus dos hijos.

Intimidad agitó el debate de un tema recurrente: ¿convertir los trapos sucios en literatura es traicionar a tus seres queridos? Kureishi, de madre inglesa y padre paquistaní, nunca se ha escondido: defiende una escritura salvaje (“tienes que escribir cosas que te avergüencen un poco”).

Así ha sido siempre cuando ha abordado, en libros como El buda de los suburbios, temas como el racismo, la identidad o la sexualidad. Y es justo lo que hace aquí: más que un ajuste de cuentas con su exmujer, es una mirada brutalmente honesta de sí mismo, de su naturaleza egoísta, de las contradicciones de un hombre que encuentra en la traición una forma de renacimiento. “He estado intentando convencerme de que abandonar a una persona no es lo peor que se le puede hacer. Si uno no dejase nunca nada ni nadie, no tendría espacio para lo nuevo. Sin duda, evolucionar constituye una infidelidad a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Tal vez cada día debería tener al menos una infidelidad esencial o una traición necesaria. Se trataría de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el futuro”.

ENTRE EL DESEO Y EL DEBER

Kureishi es el que peor parado sale de la novela. “Hay algunos polvos por los que un hombre dejaría que su mujer y sus hijos se ahogasen en un mar helado”, dice el protagonista cuando piensa en su amante. Es una frase “horrible”, en palabras del escritor, que decidió dejarla porque le parecía muy buena. El pulso entre el deseo y el deber es una constante en su obra. “¡Qué perturbador es el deseo! Es un demonio que nunca duerme ni se está quieto. Es travieso y no se pliega a nuestros ideales”. Kureishi parece querer decirnos que los matrimonios se acaban pero, a pesar de todo, seguimos buscando el amor porque es la única razón para vivir.

El pasado mes de diciembre el escritor se desplomó mientras paseaba por Roma con su tercera esposa, Isabella D’Amico y desde entonces el cuerpo le funciona a medias. Una fatalidad que le ha impulsado, con la ayuda de su hijo Carlo, a seguir escribiendo para no perder la sed de vida que retrata en Intimidad. “Es nuestra imaginación la que construye el mundo. Los deseos lo hacen prosperar; el sentido se lo da lo que uno pone, no lo que saca. Debemos crear lo nuevo”. 

'Intimidad'

Hanif Kureishi

Traducción de Mauricio Bach

Anagrama

144 páginas

10 euros