CRÍTICA

Agatha Christie, viajera y arqueóloga con chispa

En ‘Ven y dime cómo vives’, la gran dama del crimen y el misterio recuerda con grandes dosis de humor inglés las campañas en Siria e Irak

Agatha Christie

Agatha Christie / EPE

Alfons Vázquez

Hay libros unidos por una cuerda invisible, integrantes de una secreta hermandad pese a que sus autores probablemente desconocieran la obra del otro. Diez años de diferencia separan Ven y dime cómo vives, de Agatha Christie (Torquay, 1890- Winterbrook, 1976), publicado por vez primera en 1946 con Mi familia y otros animales, la primera entrega de la famosa Trilogía de Corfú de Gerald Durrel; sin embargo, sendas obras parecen redactadas por almas gemelas, con la salvedad de que la famosa dama del crimen se centró en las milenarias antigüedades del subsuelo de Oriente Próximo, y Durrel, en la fauna animal de la isla griega pero les une la perspicaz, brillante y descacharrante disección del paisanaje local.

Ven y dime cómo vives, que acaba de publicar Tusquets con la traducción de Iris Menéndez, es un gozoso descanso para la caudalosa mente policiaca de Christie, pues apartó las investigaciones de Miss Marple y Hercules Poirot para revivir su estancia en Oriente Próximo, durante los años 30, acompañando a su marido, el arqueólogo Max Mallowan, en sus campañas arqueológicas en Siria e Irak.

Fue Christie una gran apasionada de la arqueología y de hecho conoció a su futuro marido en 1930 en la milenaria ciudad de Ur. Además, no fue la suya una presencia decorativa, pues aunque aprovechó esas largas estancias para desarrollar sus novelas policíacas, también tomó parte activa en las excavaciones, tanto revelando fotos como etiquetando los descubrimientos.

GOZOSA ZAMBULLIDA

Ven y dime cómo vives es una gozosa zambullida en los heroicos viajes en tiempos coloniales, cuando las potencias europeas se repartían los restos del imperio otomano y desplazarse por inhóspitos parajes era un acto de fe.

En este libro de viajes, la autora, que nunca fue reticente a la ironía en sus novelas, se desvela como una maestra del humor y convierte lo que podría haber sido un somero recuento de hallazgos en una fiesta comandada por la antropóloga de un mundo exótico y disparatado pues en el choque con la mentalidad occidental está la sonrisa o la carcajada.

Así, la famosa escritora deberá enfrentarse a una burocracia administrativa con regusto por hacer sufrir al europeo; con jeques lunáticos; "miríadas de animalejos cucarachoides de color claro"; al dilema de tener que usar un cómodo retrete de adobe en el lugar más expuesto de la casa o a un cocinero local al que "le mortifica que no sepamos apreciar los plátanos podridos y las naranjas resecas". Disfruten con la otra versión de Agatha Christie.