CRÍTICA

Crítica de 'Material de construcción', de Eider Rodríguez: una notable primera novela

La autora vasca parte de un género tan definido como la obra de duelo para alejarse de ella y adentrarse en la indagación en torno al lenguaje

La escritora Eider Rodríguez

La escritora Eider Rodríguez / EPE

Anna María Iglesia

No son pocos los libros -relatos y tribunas periodísticas, incluso- sobre el duelo los que una lleva leídos no sin una sensación de déjà vu. Material de construcción, de Eider Rodríguez (Rentería, 1977), a priori, se inscribe dentro de este género, pero nada más empezar una se da cuenta de que el duelo no es el motor.

Su publicación viene precedida de la de otros dos títulos, Las voces de Adriana, de Elvira Navarro, y El corazón del daño, de María Negroni, con las que comparte, entre otros elementos, el hecho de partir de un género tan definido y topificado como es el de novela del duelo para alejarse de ella. 

Estos tres títulos tienen en común la indagación en torno al lenguaje, la pregunta sobre cómo narrar la experiencia individual y sobre cómo trascenderla. Interrogan al lenguaje y se enfrentan a sus límites, a la capacidad de la palabra de nombrar. De hecho, Rodríguez confronta palabras en castellano con sus traducciones en vasco y en francés para observar de qué manera los términos, por su distinto origen o desarrollo, adquieren matices diferentes, matices que no consiguen agotar la experiencia que se quiere transmitir. Solo poniendo en juego los distintos términos en distintas lenguas la autora parece acercarse a una experiencia que se escapa de una definición única. 

CHOQUE GENERACIONAL

El tema lingüístico se convierte en reflejo de un choque generacional -escrito originariamente en euskera, la narradora se relaciona en castellano con sus padres, mientras que el euskera es el idioma que comparten nietos y abuelos-, del choque entre la protagonista/narradora, la propia escritora, y su padre, un hombre que peleó toda su vida con el alcoholismo.

La escritura es una forma de indagación sobre los motivos del alcoholismo de su progenitor: "No fue hasta que dejó de beber cuando Marguerite Duras comprendió realmente que su hermano y su madre habían fallecido, aunque hubieran pasado años de aquello. Me pregunto si papá habrá comprendido algo que se negaba a comprender; lástima que no seamos capaces de comunicarnos".

La escritura salva esa incomunicación y se convierte en el único medio a través del cual la narradora puede decirse a sí misma e intentar comprender a ese padre ausente que le hacía sentir vergüenza y culpa. En este proceso de comprensión, la experiencia individual se convierte en colectiva: el alcoholismo fue un problema generación.

Rodríguez consigue retratar el ambiente de Rentería de los años 80 y 90, en concreto el de clase media acomodada, retratar los veranos en un Benicàssim lleno de nuevos ricos o las estancias en Inglaterra, pero también el conflicto de fondo: sin explícitas alusiones, la sombra de ETA se deja ver, así como la violencia policial, el conflicto lingüístico y el activismo político, del que su padre alardeó, sin nunca participar.

'Material de construcción'

Eider Rodríguez

208 páginas

18,90 euros

"Contar la propia experiencia con palabras que son de todos: he ahí un verdadero proyecto político socialista, ¿o sería comunista? Será como buscar las gafas sin gafas". Material de construcción, hecha precisamente de materiales diversos y dispersos, es la respuesta a esta idea, a esa voluntad de salir de la literatura más solipsista y de concebir la narración de la experiencia en términos colectivos. Rodríguez dialoga así con Navarro pero también con Cristina Rivera Garza. Porque todas ellas saben que "todo el mundo acarrea historias ajenas sin darse cuenta".