CRÍTICA

Pantera Negra: 'Wakanda omnibus’

Vivimos tiempos de integrales, como el dedicado a Pantera Negra

El personaje de Pantera Negra

El personaje de Pantera Negra / EPE

Florentino Flórez

Todo obedece a un impulso de conservación y aprovechamiento. Si se reagrupan las tiras ya publicados en prensa quizá habrá lectores interesados en releerlos. Así nacieron los comic-books. En Europa estiraron las páginas de las historias hasta llegar al clásico álbum de 48. En las últimas décadas se ha decidido que esos formatos tradicionales, de 24 o 48 páginas, ya no son suficientes, así que las novelas gráficas fácilmente alcanzan las 100 o 200.

Finalmente, la pescadilla se muerde la cola: los comic-books se reciclan en gruesos volúmenes, denominados omnibus, y los álbumes europeos se relanzan unificados en integrales. Suelen ir llenos de extras, dibujitos y datos biográficos, que ayudan a justificar la adquisición de material ya leído. Esos formatos pueden procurar horas de disfrute cuando se acierta con un cómic atractivo (también funciona en sentido contrario).

Pantera Negra es un viejo personaje de Marvel al que se le han dedicado dos películas. Partía de un supuesto similar al que citaba Robert Hughes en La cultura de la queja. En algunas escuelas de Harlem se defendían disparates históricos, como que los faraones eran negros y que poseían conocimientos ocultados por la colonización blanca. Esos saberes permitían explicar la construcción de las pirámides con técnicas de levitación y similares.

Desde entonces, escuchamos argumentos esgrimidos por idiotas a quienes la realidad jamás estropea sus buenas intenciones y su recto juicio moral. Aparece aquí Wakanda, paraíso oculto en África que demuestra el grado de sofisticación que alcanzan los africanos si se les libera del yugo blanco. Como ha quedado demostrado desde la descolonización y con permiso de los nuevos amos chinos.

INVENTIVA VISUAL

Pantera Negra tenía más sentido en el momento de su creación, a mediados de los 60, en plena lucha por los derechos civiles. Con los años ha ido desdibujándose y hoy es un peluche que vende "orgullo negro". En el omnibus La furia de la pantera se incluyen episodios dibujados por Rich Buckler, agrupa la etapa guionizada por Don McGregor, más una parte de Jack Kirby (cuando retomó el personaje que había creado una década antes) y algunos episodios escritos por Jim Shooter o Chris Claremont. Lo mejor son los tres (¡solo tres!) capítulos de un Buckler en plenitud, con una dinámica corporal increíble y una estructura de página que se fragmenta en pequeñas viñetas y que exhibe una inventiva visual digna de estudio.

Luego lo sustituye Billy Graham, un tipo especial del que recordamos aquella famosa y breve historia de cavernícolas en Vampus. Tiene un pathos peculiar y sus planchas son juguetonas, pero es más barroco y decorativo. Más excéntrico que narrativo.

En cuanto a los guiones, a McGregor le tengo paquete desde Sambre, donde escribió un relato indigesto que estropeaba los esfuerzos de Paul Gulacy. Eso sí, le gusta abordar temas relevantes, lo que se traduce en incluir a los miembros del Ku Klux Klan como villanos o sugerir que algunos secundarios son gays. Pero esos no son los mimbres que construyen las grandes historias. Luego viene la etapa de un Kirby en horas bajas pero aún energético y algunas sorpresas. La más agradable es el episodio final firmado por Claremont-Byrne, en su mejor momento. Seguro que hallan algo mejor en lo que gastarse el dinero.

'Pantera Negra. La furia de la pantera.'

VVAA

Marvel Omnibus

Panini España

728 páginas 

42,70 euros