MISCELÁNEA

He venido a hablar de mi libro: Víctor del Árbol

Esta novela es la amistad de cinco adolescentes en el tardofranquismo, es la impunidad del Poder y la historia de los hombres y mujeres anónimos que se le enfrentan

El escritor Víctor del Árbol

El escritor Víctor del Árbol / EFE

Víctor del Árbol

¿Somos héroes? Salvar al niño Chinchilla y, con él, salvar a todos los niños del mundo. Salvarlo para salvarse a sí mismo. Ese es el empeño de Julián Leal, el inspector que protagoniza Nadie en esta tierra. Proteger a toda costa lo mejor que tenemos, la última luz de la inocencia, de aquello que fuimos antes de que el mundo nos devorase. Un último acto de heroísmo que nadie le pide, que nadie espera. Que nadie le agradecerá. Sencillamente la elección de hacer lo correcto, al precio que sea. Salido de las mismas entrañas de Carver. A veces, cuando ya no queda nada en lo que creer, cuando ya no hay nada que perder, podemos elegir una causa, un último acto que dignifique toda nuestra existencia. Y pagar el precio necesario.

Y frente a Julián Leal, una voz misteriosa, cargada de exuberancia y magnetismo que se extiende como una mancha de aceite, dejando un reguero de cadáveres a su paso. Un personaje que amaría James Ellroy, que nos fascina con su maldad elegante, la sonrisa conciliadora del asesino que nos seduce con sus citas de La historia interminable, con una mirada liberada de los códigos de la ética y la moral, del Bien y del Mal. Alguien a quien deberíamos odiar, repudiar y que, sin embargo, nos hipnotiza como una serpiente.

Dos hombres que se enfrentan, dos visiones de la misma realidad entre las que el lector queda atrapado, como todos los personajes que orbitan a su alrededor -el librero Waldo, la periodista Clara Fité, la subinspectora Virginia y el subinspector Soria, el temible hombre lobo y Restrepo-. Cada personaje tiene la opción y la oportunidad de elegir de qué lado se pondrá. Y cada acto tendrá sus consecuencias, algunas insospechadas.

Nosotros mismos, lectores, sentiremos la turbadora sensación de que debiendo ponernos del lado del inspector, sentimos sin embargo la irresistible atracción por su contrario. La elección nunca será sencilla. Porque Nadie en esta tierra es del todo inocente, nadie es del todo culpable. Nadie olvida el pasado y nadie perdona. 

MÁS QUE UNA NOVELA POLICÍACA

¿Y cuál es esta tierra? ¿La aldea de Julián, la España del 2015? ¿Los recuerdos de la infancia? ¿Los niños perdidos del DF en México? Acaso sea la propia novela, que nos tienta y nos empuja al abismo, aunque no nos convenga. Nadie en esta tierra es una novela policíaca, sí: tráfico de drogas en la costa gallega, periodistas torturadas en México, enigmas, misterios y apariencias. Pero es mucho más. Es la amistad de cinco adolescentes en el tardofranquismo, es la impunidad del Poder y la historia de los hombres y mujeres anónimos que se le enfrentan. Y en cada página la misma pregunta: ¿qué significa ser un héroe?

En un mundo que ha ensalzado el culto a los triunfadores por encima de cualquier otro valor, tal vez ser un héroe no signifique la épica, la victoria o el reconocimiento. Puede que sea no dejarse atrapar por el relativismo moral, no doblar la rodilla ante la evidencia de la derrota cotidiana, no mirar a otro lado cuando los demás cierran los ojos. Volver a encender la chispa de nuestra rebeldía, como canta Bruce Springsteen en la novela "Se necesita una chispa para encender el fuego". Pelear con lo que tenemos para que otros, mañana, vivan en una tierra más justa.

'Nadie en esta tierra'

Víctor del Árbol

Destino

440 páginas

20,90 euros