PERFIL

Amélie Nothomb, literatura intravenosa

La autora francesa es una adicta del teclado y la fantasía que confiesa escribir tres o cuatro novelas al año, de las que apenas publica una

La escritora francesa Amélie Nothomb, fotografiada durante su última visita a Barcelona.

La escritora francesa Amélie Nothomb, fotografiada durante su última visita a Barcelona. / Andreu Dalmau

Matemática pura. Ha tardado 30 años y 30 títulos en contarnos el origen de todo. Cierto es que algo había ido destilando a lo largo de la travesía (intensamente autobiográfica), pero solo ahora la baronesa Fabienne Claire Nothomb (tal es su nombre real y su título por derecho de sucesión) ha querido desventrar el misterio primigenio. Lo cuenta a la muerte del padre, en una nouvelle de 150 páginas que te agarra y no te suelta hasta el punto final.

Tal vez ahora se entienda mejor una de sus mayores excentricidades, que fue escribir años y novelas en el chiscón de una portera parisina; porque tal vez fuera ésta su manera de emular el frío y el ayuno que seguro el padre le había relatado de su infancia en la II Gran Guerra.

Huérfano de un padre militar que saltó por los aires buscando minas y de una madre ausente, demasiado joven para asumir la pérdida y sus consecuencias, el barón Patrick Nothomb se crio bajo la estricta égida de un abuelo materno también militar y el contrapunto de sus vacaciones en el castillo de la familia paterna en las Ardenas, donde entre niños salvajes y famélicos, su otro abuelo, un poeta nobiliario y arruinado, egoísta y trasnochado, le dio a conocer la literatura con 6 años.

Cursó la carrera diplomática y su primer destino fue mediar en la liberación de las decenas de ciudadanos blancos que como él fueron secuestrados por la revolución Simba en el Congo “post-colonial” o no tanto, año 1964. Sucedía antes de que la pequeña Fabbiene fuera un proyecto, que vino al mundo en el país de sus antepasados (Bélgica, julio de 1966), pero creció y se educó en las antípodas de Japón donde su padre mereció mejor destino.

Primera Sangre (Anagrama, premio Renaudot 2021) es la esencia de sus 30 títulos anteriores. El por qué de su rebeldía personal y literaria, el para qué de sus sombreros y mitones, y ese atuendo y maquillaje de dama romántica aterrizada aquí y ahora procedente del XVIII. También es la explicación de su curiosidad alquimista, que le llevó a experiencias más allá en Matar al padre, al rito iniciático de la ayahuasca, a intercambios de personalidad con moribundos en Otra forma de vida, a ensalzar la magia o a distopías como Ácido sulfúrico o, por qué no afirmarlo, el grueso de todo lo que escribe.

MUNDOS PARALELOS

Porque el arte de esta estrafalaria escritora es crear mundos paralelos mientras nos cuenta sus experiencias biográficas o cercanas, veladas por su inagotable imaginación de niña. De esta guisa comenzó su carrera literaria en 1992, contándonos en directo el asesinato de su hermano mayor a manos de un borracho (Higiene del asesino), y alcanzó el cenit relatando en carne propia el estajanovismo innato de los japoneses: Estupor y temblores, Gran Premio de Novela de la Academia Francesa en 1999, fue llevada al cine por Alain Corneau.

En realidad este artículo comenzaba diciendo: Nothomb es una adicta del teclado y la fantasía que confiesa escribir tres o cuatro novelas al año, de las que apenas publica una. Nos salen las cuentas. También sirve para desmontar una de las más prepotentes aseveraciones que jamás haya escuchado de un escritor: “Escribir más de dos folios al día es hacer mala literatura”. Nothomb demuestra que cada uno escribe a su manera y que establecer categorías es creerse demasiado Grande(s) (in memoriam, Almudena).

'Primera sangre'

Amélie Nothomb

Traducción de Sergi Pàmies

Anagrama

152 páginas

18,90 euros