CRÍTICA

'La estación enjaulada', de José Luis Correa: nueva entrega de Ricardo Blanco

El autor canario ambienta su nueva novela justo en las semanas previas al confinamiento de 2020

El escritor José Luis Correa.

El escritor José Luis Correa. / EPE

Marta Marne

¿Es posible mantener una serie de novelas -con un mismo personaje como foco de la acción- durante numerosos libros y que no resulten repetitivas ni trasnochadas? Son 12 ya las protagonizadas por Bevilacqua y Chamorro (firmadas por Lorenzo Silva), 11 las de Petra Delicado (por Alicia Giménez Bartlett) y 9 las de Ricardo Cupido (de la mano de Eugenio Fuentes). Otro Ricardo, Blanco en esta ocasión, lleva ya 13 entregas que han reflejado los cambios socioculturales de nuestro país -más concretamente de Canarias- en los últimos 20 años. Una geografía que condiciona el día a día más allá del ensimismamiento continuo ante la belleza del paisaje.

En La estación enjaulada, José Luis Correa (Las Palmas, 1962) ambienta la novela en los días previos al fatídico 13 de marzo de 2020, cuando la vida de los españoles se vio obligada a quedar en pausa frente a un panorama de incertidumbre desconocido para todos debido al coronavirus. Las semanas que precedieron a aquel día fueron una montaña rusa de contradicciones, desde negar que estuviésemos ante una situación tan grave como nos querían hacer creer hasta arrasar en los súper con el stock de levadura y de papel higiénico. 

Si en las primeras páginas la pandemia sobrevuela poniéndonos en contexto acerca del panorama que se avecina, cerca del final cobra mayor protagonismo ante la inminente verbena de santa Cristina y su posible cancelación. Uno de los acontecimientos del año en una diminuta localidad donde días atrás fue hallado en el mar el cuerpo de una joven irlandesa. La desaparición de Lynn O’Malley ya había sido denunciada por su hermana Siobhan. Ambas se encuentran pasando sus vacaciones en la isla cuando la muerte se cruza en el camino de Lynn. Aunque es la policía la que investiga el caso, una vecina se obsesiona con la adolescente y contrata al detective Ricardo Blanco para resuelva el crimen. 

EVOLUCIÓN DEL PERSONAJE

Uno de los grandes aciertos de las novelas de Blanco es la evolución del personaje de la mano de los tiempos que le ha tocado vivir. De ese modo, surgen conversaciones sobre fanatismo religioso o explotación sexual. Pero sin dejar de lado otros temas universales que siguen vigentes y que no parecen caducar. 

Así, que la novela transcurra en un pequeño pueblo pesquero resulta determinante para la ambientación pero también para el desarrollo de la trama: nadie puede respirar más fuerte de lo acostumbrado sin que cada uno de los vecinos lo sepa. Si se ve luz en las ventanas a horas que no toca, si alguien deja de salir o entrar a la hora habitual, si la relación entre dos personas parece más estrecha de lo normal (o más fría para tratar de disimular)... es algo que todos los ojos parecen saber detectar. De este modo, se construye un crimen de habitación cerrada en un espacio que por definición es abierto, pero que está delimitado por miradas y golisneos (así llaman los canarios a la acción de fisgar).

¿Concluimos que es posible mantener una serie de novelas durante 13 entregas sin resultar repetitivas y trasnochadas? Correa lo hace con un estilo poético y unas tramas con un perfecto equilibrio entre tradición y modernidad.

'La estación enjaulada'

José Luis Correa

Alba Editorial

272 páginas

18 euros