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Los riesgos románticos de los editores

El riesgo es siempre la característica más fiable de la edición de un libro

Los editores Beatriz de Moura, Esther Tusquets y Jorge Herralde.

Los editores Beatriz de Moura, Esther Tusquets y Jorge Herralde. / EPE

La elaboración de un libro, sobre todo de una novela, aunque sea una mala historia, es el trabajo casi perfecto de una serie de profesionales que, con su trazo, con una puntada, con su aportación construyen el viaje hasta la librería de una idea repleta de personajes que habitan en la cabeza del escritor.

Es la odisea fascinante que merece el reconocimiento de un largo listado de profesiones. Primero está el autor, sin el que esta aventura es imposible. Después aparece el agente literario. A veces no existen, pero son absolutamente recomendables para salvaguardar los derechos del escritor. Más tarde, surge el editor. Es quien arriesga. Sus libros son apuestas.

La mayoría de buenos editores desmenuzan el texto a favor de la historia y también, por qué no decirlo y dejarlo claro, a favor de su aceptación en el mercado. Junto a ellos, traductores, diseñadores, impresores, distribuidores, libreros y algunos más que forman parte del equipo que facilita que este periplo espacial acabe bien.

Nuestra portada hoy está dedicada a dos editoras, Sigrid Kraus y Valeria Ciompi. Ellas saben bien de qué hablo. Y lo hacen con la humildad de las buenas. Las que pueden resumir esta carrera con la autocrítica de un exceso de romanticismo en relación con su labor. Pero lo tiene.

Ellas mismas aseguran en la conversación con Inés Martín Rodrigo que cuando se hicieron con las riendas de sus editoriales, dos editores, Jorge Herralde y Beatriz de Moura, marcaban el criterio más literario en España. Y así fue. De hecho, la propia Kraus es la responsable del fenómeno Harry Potter, que hace más de 20 años propició tantos futuros lectores.

Por ello, el trabajado de editor está lleno de romanticismo. Apuestas que acaban en un fracaso y otras que son un éxito rotundo. El riesgo es siempre la característica más fiable de la edición de un libro. Por ello, todos juegan con el riesgo de la aventura.