AUTOR DE 'LA FLOR DEL RAYO'

He venido a hablar de mi libro: Juan Manuel Gil

Me encontraba ante ese "nada más" que debía transformarse en un "todo"

El escritor Juan Manuel Gil.

El escritor Juan Manuel Gil. / EPE

Juan Manuel Gil

SESIÓN 1. Transcripción natural. Fragmento 1/1

YO: Me han pedido que escriba un texto sobre la novela.

DOCTORA WILKES: Creí que ya habíamos acabado con eso.

YO: Bueno… Solo en parte. Ya sabes que ahora me toca promocionarla.

DOCTORA WILKES: ¿Y eso qué tiene que ver conmigo? Soy tu psicóloga, no tu jefa de prensa.

YO: Ya, pero pensé que volver a charlar contigo sería un buen modo de ordenar y resumir todos estos meses de escritura. A fin de cuentas, tú has sido una parte importante de La flor del rayo.

DOCTORA WILKES: Yo no diría tanto.

YO: Pero yo sí. Y creo que mi editora también.

DOCTORA WILKES: Pues en ese caso tú dirás.

YO: Bueno… Se me ha ocurrido que estaría bien que me hicieras alguna pregunta.

DOCTORA WILKES: ¿Alguna pregunta?

YO: Sí, ya sabes. Para empezar, para que el texto que me han pedido tenga estructura.

DOCTORA WILKES: Ya…Veamos. ¿Qué fue lo primero que escribiste de esta novela?

YO: ¿Te he dicho alguna vez que no es necesario escribir para empezar a escribir?

DOCTORA WILKES: Sí. De hecho, más veces de las que me habría gustado. Pero como tengas pensado contestar a cada pregunta con otra pregunta…

YO: Vale. Ya. Tienes razón. Lo primero que anoté en mi cuaderno fue algo así: «Estoy dándole vueltas a un asunto. Mientras concilio el sueño o paseo con mi hija o hago cualquier tarea rutinaria, en mi cabeza se impone la misma imagen una y otra vez». Ese fue el comienzo de todo.

DOCTORA WILKES: ¿Y qué imagen era?

YO: Tú ya la conoces.

DOCTORA WILKES: Sí. Pero supongo que quien te ha encargado el texto, no. Así que estaría bien que la dijeras ahora, ¿no te parece? Como una especie de anzuelo.

YO: Vale. Era una gran casa. Una muy descuidada, casi olvidada, bastante próxima a la mía. Prácticamente había sido engullida por la vegetación de su propio jardín. Hasta ese momento yo pensé que estaba abandonada, claro. Pero una noche, paseando a mi perro por los alrededores, vi iluminado uno de los ventanales traseros. Me acerqué todo lo que pude. Allí había una familia, bueno, no sé, puede que solo se tratara de un grupo de amigos. Pero, en cualquier caso, ahí estaban con sus risotadas, el ruido de los cubiertos y la vajilla, la música de ambiente, algunas frase entrecortadas…

DOCTORA WILKES: ¿Y?

YO: Nada más.

DOCTORA WILKES: ¿Cómo que nada más?

YO: ¿Te parece poco? A veces en la escritura un «nada más» lo es todo.

DOCTORA WILKES: ¿Ya empezamos con los enigmas? Explícate, anda. 

YO: Hasta ese momento yo había pensado que se trataba de una casa abandonada, pero aquella noche esa idea saltó por los aires. Ese fue el origen de la novela. Es decir, por fin me encontraba ante ese sencillo y prometedor «nada más» que debía transformarse en un «todo».

DOCTORA WILKES: ¿Te estás poniendo solemne o soy yo? Seguro que hay una manera más sencilla de decir todo eso. Algo así como que tiraste de imaginación para llegar donde querías… ¿Qué te parece?

YO: Insuficiente.

DOCTORA WILKES: Lo suponía. 

YO: Hice todo lo necesario para conocer qué había detrás de aquella escena. Y cuando digo todo lo necesario, no exagero.

DOCTORA WILKES: Muy bien. ¿Y se puede saber qué encontraste?

YO: Eso fue lo mejor de todo.

DOCTORA WILKES: Sorpréndeme.

YO: Me encontré un comienzo que acabó siendo un final.

DOCTORA WILKES: ¿El final?

YO: No. Solo un final.

DOCTORA WILKES: ¿Nada más?

YO: Y nada menos.

'La flor del rayo'

Juan Manuel Gil

Seix Barral

416 páginas

20 euros