Obrúsculo

Desafiar a un clásico

El escritor argentino que continuó a Hawthorne y fue galardonado

El escritor Eduardo Berti

El escritor Eduardo Berti / EPE

Mariana Sández

A algunos les sonará un poco radical, pero muchos –entre los que se contaba Jorge Luis Borges– sostienen que los dos mejores cuentos de la literatura son Wakefield (1837), de Nathaniel Hawthorne, y Bartleby, el escribiente (1853), de Herman Melville. Conocida es la fuerte amistad entre los dos autores norteamericanos, si bien acabó con un distanciamiento algo misterioso.

Aparte de múltiples adaptaciones a la pantalla y una infinidad de aplicaciones de su lema más famoso (“Preferiría no hacerlo”) a distintas escenas de disconformidad social, el relato de Melville inspiró uno de los libros de Enrique Vila-Matas que ha tenido mayor resonancia en su carrera: Bartleby y compañía.

Por su parte, Wakefield es un cuento breve y podría resumirse de forma engañosamente sencilla. En la Inglaterra del siglo XIX, un hombre que vive en Londres anuncia a su esposa que estará fuera unos días por un viaje de trabajo. Lo que en realidad hace es mudarse a una habitación en un edificio colindante a su domicilio conyugal y desaparece durante veinte años, tan tranquilo, como quien ha sido abducido. Alguna vez Wakefield y su mujer se cruzarán en la calle sin llegar a reconocerse hasta que un buen día él regrese y, sin mediar muchas explicaciones, se instale otra vez junto a ella como si nada hubiera pasado. Cual testigo asombrado de la ridícula fuga, el insólito narrador anónimo del relato –una voz inolvidable– va siguiendo las pisadas del protagonista y se apena por su mujer: “Pero quien nos incumbe es el hombre”, dice.

Ciento sesenta años después, un autor argentino radicado en Francia, Eduardo Berti, adopta la actitud opuesta de aquel narrador y, en lugar de seguir a Wakefield, se queda en casa con la señora, durante la godotiana espera del esposo. La novela La mujer de Wakefield se publicó en 1999 con excelente recepción de la crítica y los lectores, además de que obtuvo el galardón Prix Femina, otorgado por un jurado femenino.

La novela mantiene el escenario histórico del cuento –plena Revolución Industrial cuando cobran importancia los ludditas, los obreros destructores de las máquinas que los habían dejado sin trabajo–, pero Berti amplía la trama, agrega nuevos personajes, cambia el punto de vista y sacude la pasividad de la mujer que presentaba Hawthorne. Es un gesto de reivindicación contemporánea de la figura femenina muy a tono con los temas que están removiendo la literatura de estos años.

ALTO VUELO LITERARIO

En una época en la que las damas no debían llevar vidas independientes y cualquier atisbo de ruptura conyugal era atacada, la innominada esposa sumisa del cuento no solo es bautizada con un nombre (Elizabeth) en la novela sino que asume una actitud resolutiva y práctica. Pone en marcha una pesquisa para desentrañar qué pasó con su marido, mientras se hace cargo de resolver una serie de problemas domésticos y de cariz político que en otro momento habrían quedado en manos de su esposo. Berti ausculta en esa curiosa relación matrimonial y en ese paréntesis de veinte años de separación.

El periodista Guillermo Piro escribió: “lo verdaderamente mágico, lo que por definición debía seguir siendo inexplicable, sigue en pie: ¿qué llevó a Wakefield a abandonar su casa? Nunca lo sabremos. Y si en el relato de Hawthorne el narrador abandonaba a su suerte al personaje, en la novela de Berti éste seguirá siendo el poseedor de un secreto que llevará consigo a la tumba”.

Como crítico de música, a Berti le gusta hablar más de “remix” que de reescritura. Lo cierto es que la operación mediante la cual el argentino reversiona a Hawthorne produce una nueva novela de alto vuelo literario.

La mujer de Wakefield es uno de los primeros libros de Eduardo Berti, quien ha continuado su prolífica carrera como narrador y traductor. Su último libro, Un hijo extranjero, fue publicado por editorial Impedimenta en 2022. Sin embargo, aquella novela de juventud lleva varios años descatalogada y muchos lectores agradecerían que fuera recuperada, ya que se trata realmente de una pieza literaria realmente valiosa.