REPORTAJE

Brasil: libros para pasar página

La ficción brasileña se ha endurecido. Tanto las nuevas voces (Tatiana Salem Levy, Itamar Vieira Junior, Geovani Martins, Morgana Kretzmann) como los nombres consagrados (Chico Buarque, Paulo Lins, Patrícia Mello) abordan sin tapujos el racismo, el clasismo, el machismo, la violencia y el odio que la era Bolsonaro ha hecho más visibles

Fernando Haddad, candidato presidencial del Partido dos Trabalhadores (PT) en 2018 y ministro de Economía del nuevo Gobierno de Brasil

Fernando Haddad, candidato presidencial del Partido dos Trabalhadores (PT) en 2018 y ministro de Economía del nuevo Gobierno de Brasil / EPE

Durante los 580 días que pasó en prisión, el ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva se refugió en los libros. Por primera vez en su vida, el exsindicalista que no llegó a la universidad, se volcó en la lectura. Entre el 7 abril de 2017 y el 8 de noviembre de 2019, Lula leyó más de cuarenta libros. Acusado de corrupción gracias a una maniobra judicial que el tiempo revelaría ilegal, Lula asistía desde su celda a un caos político creciente. Los libros le brindaban pistas para reinterpretar su propio país. El primero que leyó fue Um Defeito de Cor, una novela de Ana Maria Gonçalves. Devoró biografías. Ensayos. Novelas clásicas pendientes, como El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez.

El tiempo pasaba. El diputado Jair Bolsonaro ganaba protagonismo. Las elecciones de octubre de 2018 se acercaban y la justicia impedía a Lula ser candidato. Él seguía leyendo, recomendando libros en Twitter. A Lula le impactó O sol na cabeça (Companhia das Letras, 2018) el primer libro de cuentos de Geovani Martins, un joven de la favela Rocinha de Río de Janeiro. Con un estilo directo, Martins relata sin clichés la compleja cotidianidad de las favelas. El racismo se condensa en la vida un joven negro que recoge pelotas de tenis en Barra da Tijuca, el barrio de Bolsonaro. "Sentía el sol calentando mi cabeza, la obligación de servir a gente que ni me miraba a la cara", escribe el protagonista del cuento. El libro, todo un éxito internacional (en español en Alfaguara), es un relato de época: la prueba de que la convulsa situación de Brasil ha atravesado la literatura. "Brasil tenía que pasar por Bolsonaro para mirarse en el espejo", afirma Geovani Martins en una entrevista sobre su nueva novela Vía Apia, que será publicada en español por Alfaguara en 2024.

¿Qué ha aparecido en el espejo del Brasil de Bolsonaro?, ¿cómo lo ha captado la literatura? En Esa gente (Randon House, 2021), la última novela del mítico músico Chico Buarque, retrata la enrarecida atmósfera que llegó tras el impeachment ilegal contra la presidenta Dilma Rousseff en 2016. Manuel Duarte, un escritor de Río de Janeiro, repara que su hijo está sufriendo bullying en el colegio "por ser hijo de comunistas". "Es absurdo, el comunismo ya no existe. Esos pesados repiten cualquier mierda que oyen en casa, pero si mi hijo quiere, puedo ir a la próxima reunión de padres y profesores con una camiseta de la selección brasileña", dice Manuel Duarte, aludiendo al uniforme verde amarelo de los seguidores de Bolsonaro. 

EXORCIZAR FANTASMAS

La visión panorámica de la novela de Buarque es una excepción. La mayoría de novedades bucean en temáticas específicas. Alexandre Vidal Porto relata en Cloro (Companhia das Letras, 2018) cómo muchos gays siguen en el armario. Julián Fuks, que ya tiene traducciones al castellano, aborda en A ocupação (Companhia das Letras, 2019) el día a día de una ocupa de São Paulo. En A morte e o meteoro (Todavia, 2019), de Joca Reiners Terron, una tribu indígena entera pide asilo político en México porque "el ecosistema donde vivían fue enteramente destruido".

Las voces femeninas tienen especial peso. Autoras como Tatiana Salem-Levi, Aline Bei, Morgana Kretzmann, Giovana Madalosso o Carla Madeira cocinan una prosa atravesada por el feminismo que, en muchas casos, denuncia la violencia de género. "La lucha contra el racismo, la lucha LGBTQIA+, la lucha de las mujeres, se intensificaron. La literatura absorbe y refleja esa realidad", asegura André Conti, editor de la editorial Todavia. Algo que corrobora Bernardo Gurvanov, consultor editorial, jurado del prestigioso premio Jabuti en 2021: "La literatura brasileña refleja las temáticas del debate público. Una literatura de ruptura, de resistencia y de renovación frente a antiguos discursos hegemónicos y estereotipados".

RACISMO

Nicole Witt, directora de la influyente agencia literaria alemana Mertin Witt, recuerda que cuando Brasil fue el país invitado a la feria de Frankfurt en 2013, apenas dos de los setenta autores eran negros. Nicole que cuenta en su catálogo con pesos pesados brasileños como João Guimarães Rosa, Augusto Boal o Paulo Linsafirma que en aquel momento había pocos autores negros publicados: "En Salvador de Bahia y Recife los autores locales me preguntaron qué podían hacer para tener espacio en la Feria de Frankfurt. Y les dije que primero deberían encontrar su lugar en su propio país".

Las cosas han cambiado. La gran temática de la literatura brasileña del momento es la cuestión racial. Historias de la negritud escritas por autores negros. El racismo y la sombra de la esclavitud rinden premios, traducciones. Arado torcido (Pepitas de Calabaza, 2022) del joven bahiano Itamar Vieira Júnior, acumula más de trescientos mil ejemplares vendidos en varios idiomas. La novela cuenta la historia de Bibiana e Belonísia, dos hermanas del interior de Bahía. Cuando Belonísia se corta la lengua por accidente, su vida dependerá más todavía de su hermana, también arrinconada en una sociedad machista y racista. "Arado torcido toca el tema más importante de Brasil: la memoria de la esclavitud y la colonización. Toda la desigualdad se estructura sobre estos dos pilares que promovieron una profunda división racial", asegura Itamar Vieira Júnior a El Periódico. Julián Lacalle, editor de Pepitas de Calabaza, destaca que la novela "nos cuenta con sencillez y profundidad la vida de muchos brasileños que aún no han encontrado su sitio a pesar de haber dejado de ser esclavos".

Otro libro importante ha sido O crime do cais Vagalungo (Malê, 2018), un thriller de Eliana Alves Cruz construido sobre la aparición de un cadáver en el muelle del Vagalungo, donde llegaban los esclavos a Río de Janeiro. Por su parte, O avesso da pele (Companhia das Letras, 2020), de Jeferson Tenório, se alzó en 2021 con el premio Jabuti con la historia de un joven que intenta rescatar el pasado afro de su familia después del asesinato de su padre por parte de un policía.

MUJERES, FEMINISMOS

Una violación trunca la vida de Julia, la arquitecta promesa encargada de diseñar el campo de golf de la futura Villa Olímpica. Jamás consiguió deshacerse de la cara de su agresor, "el rostro que nunca recordamos pero que no conseguimos olvidar". Vista Chinesa (Libros del Asteroide, 2022), la aclamada novela de Tatiana Salem Levy, relata de forma cruda el trauma de una mujer violada. El cuerpo de Julia se transforma en la metáfora de toda una ciudad, Río de Janeiro, golpeada por la violencia y la especulación inmobiliaria. Luis Solano, editor de Libros del Asteroide, destaca el estilo de Vista Chinesa, "que no cae en el sensacionalismo o la búsqueda de la espectacularidad". Tatiana Salem-Levi, en entrevista por email, reflexiona sobre la violencia sexual: "Hay un paralelismo entre la violencia sexual y la violencia ejercida contra la tierra; una prepotencia en pensar que aquel cuerpo pertenece al hombre, que puede poseerlo. En ese sentido, la ciudad es un error bien humano, no del cosmos".

Por otro lado, Morgana Kretzmann aborda el abuso sexual infantil en Ao pó (Patua, 2020), que conquistó el Prêmio São Paulo de Literatura. "Hablar de abuso infantil, en un país en el que cinco niños o adolescentes son víctimas de violencia sexual cada hora, es un acto político", afirma Morgana, que responsabiliza a Jair Bolsonaro por haber sacado del armario violencia latente. "Mucha gente se sintió legitimada al tener un jefe de estado que piensa y habla como ellos", matiza. En Água turvo, novela que publicará la Companhia das Letras en 2023, Morgana critica abiertamente los crímenes ambientales de Brasil de la era Bolsonaro. 

Las múltiples formas de la violencia impregnan algunas de las novelas escritas por mujeres más elogiadas. En Copo Vazio (Todavia, 2021), Natalia Timerman relata el dolor de una mujer abandonada por un hombre. En Tudo é río (Record, 2021), Carla Madeira describe el dolor de una mujer que ve cómo su marido intenta matar a su bebé recién nacido. En O peso do pássaro morto (Nós, 2017), Aline Bei recrea las múltiples pérdidas de una mujer entre los 8 y los 52 años de edad.

CLASISMO Y DESIGUALDAD

En Ao pó, la protagonista habla del Mundial de Fútbol de 2014. "No veo mucho beneficio. Precios surrealistas. La movilidad urbana es una mierda. Mi voluntad es mudarme (de Río de Janeiro)". Como en la novela de Kretzmann, los problemas sociales irrumpen en muchos títulos recientes. Paulo Lins, autor de la novela Ciudad de Dios, ha publicado Dois amores (Nós, 2019) y prepara el lanzamiento de Favela natal, ambos sobre la cotidianidad periférica de Río de Janeiro. José Falero retrata en Os supridores (Todavia, 2022) cómo dos jóvenes cajeros de supermercado acaban siendo traficantes. Incluso en Un castillo en Ipanema (Seix Barral, 2022), el vibrante relato tejido por Martha Batalha sobre la belle epoque carioca, bossa nova y liberación de la mujer mediante, la desigualdad está presente. "Era todo tan diferente, en Ipanema, en Río de Janeiro, en Brasil. Todas aquellas favelas, la violencia", se lamenta Estela, la protagonista.

Pocas novelas despedazan el clasismo brasileño como Suite Tokio (Tusquets Colombia, 2021), de Giovana Madalosso, que visibiliza el universo de las babás, las niñeras de las clases pudientes. Maju, que vive en un cuartito en un régimen de semi esclavitud, cuida de la pequeña Cora. Es parte del "ejército blanco" de babás que se ven en los parques urbanos. "Es una cadena de explotación: hombres asentados sobre mujeres ricas asentadas sobre mujeres pobres asentadas sobre sus hijas, que cuidan solas de hermanos pequeños", afirma Giovana. 

¿Cuándo se torció Brasil?, ¿los años de bonanza de los gobiernos de Lula fueron un espejismo? Los decadentes personajes masculinos de Fin (Alfaguara, 2016), el best seller de Fernanda Torres, anticipaban el bolsonarismo. Álvaro, uno de los protagonistas, asegura que el calentamiento global es una "estupidez de Greenpeace" y defiende que a las mujeres les encanta ser maltratadas. "No leo periódicos, no leo revistas, no leo. Solo veo televisión. No reciclo. No voto, no tengo culpa de la tragedia que nos rodea". "El paraíso no me sirve, prefiero la compañía de los que practicaron violencia contra el prójimo, contra Dios, contra el arte y contra la naturaleza", dice Silvio, otro personaje.

LITERATURA MARGINAL

El retrato más duro del Brasil actual lo firma Patrícia Melo, que saltó a la fama internacional con Infierno (Lumen, 2003). Su última novela, Menos que Um (Leya Brasil, 2022), narra cómo una horda de miserables circulan por las calles en medio de la pandemia. El caos impera en Brasil. Hay carteles de Se vende por doquier. Los ultra ricos no pagan impuestos. La Gente Jodida Sociedad Anónima, como afirma una personaje, está abandonada por el poder público. Por la noche, mean sobre sus cuerpos mientras duermen en la calle. "La literatura no se ha endurecido. Lo que ha cambiado es la realidad. Aumento de la pobreza, del hambre, de la injusticia. Creció el racismo, la homofobia, la intolerancia. Hemos vivido un intento de destrucción de nuestra democracia. La literatura ha cumplido su papel de resistencia", asegura Patricia Melo. Su novela, de está repleta de detalles de resistencia. Una escuelita infantil en una ocupa. Gritos en una manifestación: "Policía, baja el arma. Conversa como un hombre". Putas, travestis, mendigos, inmigrantes ilegales, hablando con voz propia. 

Ahí reside una de las claves de la literatura brasileña actual: una nueva multiplicidad de voces. Personajes y escritores contando orgullosos su propia historia. "No queremos que nuestra literatura esté monopolizada por escritores e intelectuales blancos. Queremos voces potentes que reafirmen su verdad y sus valores", matiza Patricia. Para Tatiana Salem Levy el endurecimiento de la literatura sí existe, aunque tiene que ver con los años de gobiernos del PT: "Dieron la posibilidad a una clase social más baja de ir a la universidad. Hoy hay más afrodescendientes y más mujeres escribiendo, siendo publicados y leídos".

Muchas esperanzas del sector editorial están puestas en el nuevo gobierno de Lula. Se espera más apoyo. Visibilidad. Que la esperanza contagie a la literatura. Que el apagón internacional que la cultura brasileña ha sufrido durante la era Bolsonaro desaparezca. La agente Nicole Witt piensa que la vuelta de Lula puede colocar a la literatura brasileña bajo los focos. Sin embargo, apunta, "cada libro debe superar la barrera de la lengua y debe contar una historia que fascine". André Conti, editor de Todavía, es optimista: "Lula ganó las elecciones y a los pocos días estaba recomendando libros en sus redes sociales". Los dos últimos títulos recomendados en Twitter por Lula, el líder sindicalista que no tenía tiempo para leer, tienen que ver con la negritud: el éxito internacional Arado Torcido y Um Defeito de Cor, el primer libro que leyó en la cárcel, con la esclavitud de fondo.

El último libro de Nélida Piñón

Debilitada por la falta de visión y por un brazo roto, Nélida Piñón se vio obligada a escribir su última novela a mano. Auxiliada por su fiel ayudante Carla, la única persona capaz de entender su caligrafía, la gran dama de las letras brasileñas trabajaba ocho horas al día para dar forma a su novela Un día llegaré a Sagres (Alfaguara, 2021). Carla transcribía por las noches el manuscrito de Nélida, en un lento proceso que desembocó en ocho manuscritos. Piñón, brasileña de sangre gallega, la primera mujer que presidió la Academia Brasileira de Letras (ABL), fallecida el pasado sábado 17 de diciembre, no sospechaba que su último escrito estaría poblado por algunas de las obsesiones y temas de sus primeros libros.

A través de los ojos de Mateus, un labrador portugués hijo de una prostituta acusada de brujería, Un día llegaré a Sagres condensa esa esencia ibérica hecha de pobreza y delirios de grandeza que empujan a buscar el otro lado del océano Atlántico. El viaje que emprende Mateus por Portugal es el mismo de muchos de los personajes de la escritora. En Guía mapa de Gabriel Acanjo (1961), su primera novela, Nélida ya definía la inmigración que llevó a sus ancestro desde Galicia a Brasil como un fenómeno de expulsión forzosa de una tierra.

En A república dos sonhos (1984), su gran obra maestra, Nélida eleva el estatuto de la inmigración: la transforma en la pasta base, en la espina dorsal, en el corazón de un país como Brasil que acogió a gentes de todo el mundo. Feminista y defensora de los más desfavorecidos, tan simpáticamente deslenguada como preciosista en el trato de su lenguaje escrito, Nélida, que solo aceptó la nacionalidad española al final de su vida, falleció como la más grande autora iberoamericana: fue la única autora lusófona que ganó el premio Príncipe de Asturias, el Juan Rulfo y el Menéndez Pelayo.