PERFIL

Alberto Manguel, lector errante

Ha arrastrado su pasión por los libros a lo largo de cuatro continentes

Alberto Manguel

Alberto Manguel / Cati Cladera

Lo fue primero para Jorge Luis Borges, lector en tardes y noches bonaerenses cuando el genio ya apenas veía las páginas. Había vuelto el aprendiz de una infancia en Israel (judío no profesante) y más que los títulos (académicos) le interesaban los contenidos: tenía 24 años y se ganaba el parné como vendedor en la librería frecuentada por Borges, Pigmalión. Cuatro años duró aquella lectura. Académico en la Argentina de las Letras desde 2016, Alberto Manguel (Buenos Aires 1948; escritor, editor y crítico) ha arrastrado su pasión por los libros a lo largo de cuatro continentes.

El pasado noviembre recibió el Homenaje al Bibliófilo de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara; y le fue otorgada, junto a su rendida y más avezada discípula nunca, Irene Vallejo, la Medalla Carlos Fuentes, por su labor en pro de la lectura: “Un acto que encierra la memoria de lo que somos”, manifestó en su presentación la académica mexicana Rosa Beltrán. “Ser lector es una responsabilidad social –le respondió Manguel–: la que tiene el ser humano de asumir su propia inteligencia y no dejarse convertir por eslóganes políticos, económicos o comerciales”.

Sin títulos pero con un ingente contenido, el joven Manguel dejaba el Cono Sur cuatro años después de aquellas veladas borgianas rumbo a París, donde su escritura breve, sus cuentos y artículos periodísticos comienzan a ser reconocidos y premiados. Como editor de Franco Maria Ricci en Milán, conoce a Gianni Guadalupi, con quien escribe su primer larga duración, Guía de lugares imaginarios, un libro inclasificable que dio la vuelta al planeta no solo literalmente sino en su mismo asunto: un prolijo viaje por lugares de ficción de la literatura universal, de Xanadú a Narnia, que nos hechizó a miles.

LA AVENTURA DE LEER

Mismo cometido editor le llevará a trabajar los próximos años en Tahití para Les Éditions du Pacifique. De ahí, a Toronto, desde donde ejerce como profesor invitado en universidades de todo el mundo, hasta que en el 2000 se traslada con sus 40.000 ejemplares a una granja medieval en la región atlántica francesa de Poitou-Charentes; allí escribe La biblioteca de noche, homenaje de nuevo al placer de la aventura de leer.

Su carrera pudo verse coronada al ser designado director de la Biblioteca Nacional de Argentina, en 2015, donde infelizmente no encontró a los lectores que tanto añora sino un gran quilombo de empleados enrabietados que lo difamaron en las incontrolables redes sociales hasta su renuncia en 2018. Volvió pues el lector errante por sus fueros no sin antes dejarlo escrito en Mientras embalo mi biblioteca; con destino esta vez a Nueva York, donde había dejado interrumpido su trabajo con la Princenton University Press (“lamentable es que los libros considerados complejos ya solo encuentren cabida en las editoriales universitarias”).

Encerrados aún aquellos contenidos en sus cajas de embalaje, hace un par de años Manguel donaba su biblioteca al Centro de Estudios de Historia de la Lectura, de la ciudad de Lisboa, del que será director. Él celebra la coincidencia de que sus libros terminen depositados en la latitud atlántica origen del gran maestro o Borges (“recuperaré mi paraíso, en el sentido borgeano de biblioteca”, dijo a La Nación). ¿Será por fin este Palácio e Quinta dos Marqueses de Pombal (s. XIX) la última parada del lector errante?