Opinión | ALTA FIDELIDAD

Un pastel con swing

Nora Ephron convirtió la ruina en monumento. Por eso tenemos mucho que aprender de ella. Cogió sus despojos y escribió la historia de una mujer que no se conforma y que se reconstruye, que tira el pastel a la cara a quien toca y cuando toca porque aquí no hemos venido a aguantar

La escritora y guionista Nora Ephron, fotografiada en Nueva York en noviembre de 2010

La escritora y guionista Nora Ephron, fotografiada en Nueva York en noviembre de 2010 / EPE

En la universidad de periodismo me enseñaron a reverenciar a Carl Bernstein y la vida, a adorar a Nora Ephron. Bernstein y Ephron estuvieron casados. El destapó el escándalo del Watergate en el 73 y ella, sus infidelidades y desprecios diez años después en Se acabó el pastel, una novela cuyo guión luego adaptó la propia Ephron para el cine y que acabó convirtiéndose en una estupenda película de Mike Nichols protagonizada por Jack Nicholson y Meryl Streep. Después de tanto tiempo esperándolo, ahora la editorial Anagrama reedita la novela junto a Ensalada loca, los artículos que la neoyorquina recopiló en 1975 mientras su marido ganaba un Pulitzer y a ella la llamaban "la Tom Wolfe con faldas", porque, ¿cómo iba a ser al revés?, "el Nora Ephron con pantalones".

Recuerdo que cuando murió en 2012 tuve que convencer a mucha gente de que era mucho más que la guionista de Cuando Harry encontró a Sally y que incluso ya sólo por eso merecía todos los obituarios y reconocimientos posibles. Me batiré en duelo con quien haga falta para defender esta película, incluso a pesar de Billy Cristal. Y quizá es por culpa de las películas de Ephron que cuando la leo, en mi cabeza empiezan a sonar los estándares americanos y, como si me hubiera emborrachado de champán, ya no supiera si la escritura de Ephron me parece chispeante porque me arropa la música o yo le pongo esta banda sonora porque su literatura es tan chispeante como It had to be you.

Ephron tiene un ritmo tremendamente oral, parece comentarte las columnas al oído, una deslumbrante capacidad para hacer desaparecer la tinta y el papel, que te olvides de que estás leyendo y que sientas que te está hablando, ¡si hasta puedes oírla reírse o susurrarte un secreto! En Ensalada loca habla de mujeres, de feminismo, de la vida cotidiana de la mujer en Estados Unidos, de hombres asustados por la revolución sexual, de cunnilingus y pechos, concretamente de sus propios pechos y su complejo durante años. Ella tenía esa capacidad para hablar en primera persona y que sus observaciones fueran las de todas. Esa columna sobre el pecho femenino retrata con humor las inseguridades de las mujeres con su cuerpo desde la adolescencia y por desgracia sigue vigente cuarenta años después.

LO GLOBAL DESDE LO CONCRETO

Era tan lista que sabía disparar a lo más global desde lo más concreto sin que te dieras cuenta de lo serio que era lo que estaba contando. Parecía que hablaba de minucias cuando aludía a las experiencias sexuales de sus amigas, pero a través de ellas estaba hablando del patriarcado, tirando contra él. Daba bofetadas con aparente guante de seda. Guantadas a ritmo de Gerswhin, que es lo más elegante que se puede hacer en la vida. Y aunque sus columnas tengan ese no sé qué que no sé yo que suena a swing, ese tono chispeante heredero de Dorothy Parker, Se acabó el pastel es Carly Simon.

La novelista le pidió que compusiera una canción nueva para la película. Imagino a Ephron unos años antes mientras escribía la novela mirándose al espejo del baño, cantando a todo trapo el You are so vain de Simon y dedicándoselo a Bernstein: “Eres tan vanidoso que encima creerás que esta canción va sobre ti”. Y lo era, lo era, la novela era sobre él.

Convirtió la ruina en monumento. Por eso tenemos mucho que aprender de ella. Cogió sus despojos y escribió la historia de una mujer que no se conforma y que se reconstruye, que tira el pastel a la cara a quien toca y cuando toca porque aquí no hemos venido a aguantar. Una mujer que, y esto me fascina, acabó escribiendo películas de final feliz. No sé si porque pensó que al menos las tendría en la ficción o porque acabó teniéndolas. Yo creo que las dos cosas.

Carly Simon cantó Coming Around Again en Se acabó el pastel y siguió años después poniendo canciones a las películas de Ephron. Algunos dicen de ellas con desprecio que son mujeres de peli de tarde romántica, pero, además de estar muertos por dentro, supongo que son los mismos que en su día despreciaron a Cole Porter, los mismos que no entienden el prodigio de sus letras, el de un otoño en Nueva York, una copa de champán de aperitivo, una fresa bañada en chocolate caliente o un paseo por Toledo una noche de verano.