PERFIL

Violeta Gil, el deseo de ser

La escritora Violeta Gil.

La escritora Violeta Gil. / Emily Prior

Inés Martín Rodrigo

Inés Martín Rodrigo

Hay personas luminosas, capaces de acabar con la oscuridad que nos rodea, a veces hasta la asfixia. Violeta Gil (Hoyuelos, Segovia, 1983) es una de ellas. Cuando la tienes cerca, respiras. Es una sensación física extraña, muy poderosa. Tal vez sea su mirada, en constante evolución, tan propensa a cambiar como la propia vida. Quizá sea su personalidad, entre el misterio y la certeza de la duda. O su forma de estar en el mundo, buscando siempre "existir de manera plena", sin dejarse arrollar por ese tiempo que es pretérito incluso en el presente.

Su creación, teatral, poética, literaria, responde a su deseo de ser. Pese a la muerte, o debido a ella. Por eso escribió Llego con tres heridas (Caballo de Troya), su primera novela, libro, lo llama ella, tratando de justificar la presencia en la narración de un "material autobiográfico" que está ahí porque tenía que estar.

Ese "material" es, sobre todo, el suicidio de su padre siendo ella un bebé de unos meses. La herida del amor, la de la muerte y la de la vida.

COMPAÑÍA

Se crio en un pequeño pueblo en el que su hermano y ella eran los únicos niños. De ahí que empezara a leer muy pronto. Los libros se convirtieron, ya entonces, en sus mejores "acompañantes".

Filóloga, cofundadora, en 2005, de la compañía teatral La Tristura, autora, directora y productora de piezas escénicas, hace siete años fue becada en el Máster de Escritura Creativa de la Universidad de Iowa (Estados Unidos). Allí escribió, en inglés, el primer texto que "hizo saltar la chispa" de esta novela-libro.

Acabada la maestría, regresó a España y, en 2019, publicó su primer poemario, Antes de que tiréis mis cosas (Arrebato), que musicalizó en una suerte de gira junto con Abraham Boba, cantante de León Benavente.

Aquel fuego creativo que había prendido en Iowa, lejos de extinguirse, siguió avanzando en su interior. "He trabajado en colectivo durante muchos años de mi vida. Casi siempre mi trabajo ha tenido que ver con crear y pensar con otras personas", reconoce. Pero, al tratarse de "un tema fundamental" de su propia biografía, necesitaba hacerlo, esta vez, "en solitario".

Debía ser, además, un ejercicio literario. Ya se lo decía su abuela materna, fallecida hace tres años y con la que tenía una relación muy especial: "Violeta, el teatro está muy bien, pero tienes que escribir". Y, por fin, Violeta escribió.

TRANSFORMACIÓN

"No creo que yo vaya a ser una novelista increíble. Ojalá pueda seguir en transformación, pero con la escritura he encontrado un modo de relacionarme con el mundo. Ahora estoy mucho más en paz", dice a propósito de su debut, elogiado entre lo mejor del año en la narrativa española.

Ella, que siempre ha sido "muy kamikaze", cree que las decisiones que ha ido tomando la han conducido a un lugar que "está más cerca de mi propio centro, tengo la sensación de que tiene sentido lo que hago y estoy bastante tranquila con dónde estoy y hacia dónde me estoy dirigiendo".

Sin dejar, nunca, que las dificultades le hielen el corazón, que no la lleven al cinismo, que es el peor enemigo de la creación.