Opinión | ALTA FIDELIDAD

Me gustan las mujeres

Se me inflama el hígado cuando alguien insinúa que las mujeres escondemos veneno y volamos sobre escobas

Christina Rosenvinge, en la obra 'Safo'

Christina Rosenvinge, en la obra 'Safo' / EPE

Soy feminista por sentido común y por culpa del pop. Yo tenía 6 años cuando se me apareció una bellísima mujer rubia de 24 años cantando «cada vez que me ves cruzo la pared, hago chas y aparezco a tu lado». Llevaba las medias rotas, una chistera y se tapaba la sonrisa con una mano que colgaba del hombro del chico con el que compartía la portada del vinilo que pedí insistentemente a mis padres que girara en nuestro salón. Aquel chico debía de ser el Álex del que hablaba el nombre del dúo, pero a mí sólo me interesaba Christina.

Fue la premonición más precoz que he tenido, seguramente también la última, pero yo sabía que aquella mujer me iba a cambiar la vida. Es verdad que un año antes había sentido algo similar con Rick Astley, por eso en 1988 ya estaba preparada para saber que lo que me estaba pasando con Christina era diferente, era importante. Cuatro años después, Christina dejó a Álex y se juntó con Los Subterráneos para confirmarme lo que yo había intuido: Christina había venido a convertirnos a todas en feministas sin darnos cuenta.

Ahora se cumplen 30 años de Que me parta un rayo, un disco en el que hay maravillas que sigo cantando a gritos cuando conduzco como Voy en un coche o esa oda a las amigas que es Tú por mí, la canción que hablaba de la sororidad antes de que ninguna fuéramos capaces de saber lo que era.

Christina, que hace ya décadas que tiene apellido, Rosenvinge, que es una cosa que a las mujeres les ha costado un poquito más tener, pues Christina Rosenvinge está celebrando las tres décadas de este disco que silenciosamente nos cambió la vida y me ha coincidido la celebración leyendo Herederas, el poemario de María Sanchez-Saorín que desborda sororidad; de hecho, en la dedicatoria escribe: «A mis madres y a todas las mujeres de las que he heredado».

El poemario está lleno de amor a otras mujeres, a madres, suegras, amigas, profesoras, hijas, pero hay uno que me ha emocionado y enfadado a partes iguales y que es el que me ha llevado al Tú por mí de Rosenvinge. Sánchez-Saorín habla de un hombre que intenta enamorarla diciéndole que ella no es como las demás, pero la poeta, murciana y de 23 años (casi la misma edad de Rosenvinge cuando debutaba con Álex), responde al hombre que al decirle eso ella se acuerda de todas las mujeres maravillosas que conoce, de sus amigas, de protagonistas de libros, de su profesora de lengua, de Uma Thurman y de las kellys, según sostiene en el poema, y remata: "Me di cuenta entonces: a mí sí me gustaban las mujeres". 

Artistas

A mí también me gustan las mujeres, por eso se me inflama el hígado cada vez que alguien me insinúa que las niñas tienen más dobleces que los niños, que las chicas son manipuladoras, que las mujeres esconden veneno en la almohada, que volamos sobre escobas. Me inflama especialmente oírselo a otras mujeres, me escuece que no todos hayan crecido escuchando el Tú por mí de Rosenvinge, que España no haya aprendido el maravilloso estribillo: "Tú por mí, yo por ti, iremos juntas donde haya que ir, tú por mí, iremos juntas solo por ir".

En Herederas, Sánchez-Saorín también me ha recordado a Las Odio, la banda de poderosas mujeres que nos cantó en Indieespañol: "Yo no soy la novia, no soy la amiga, no soy la prima, ni la vecina. Mira mi pulsera. Yo soy la artista". En su poema, Sánchez-Saorín escribe que no quiere ser la musa, sino la artista, que no quiere ser maja, que no quiere que la pinten desnuda, que ella también está a merced de lo que las musas le ofrezcan a ella. 

Leía a la poeta murciana, escuchaba a Rosenvinge y me inundaba de Safo, la poeta de Lesbos a la que ahora la cantante está representando de gira por España. Pensaba: qué hermosa casualidad. Pero no lo es, no es una coincidencia, una chispa aislada; esto es el fruto de años de incendio, de décadas, siglos, de mujeres queriéndose y cuidándose. Yo también soy una heredera cuidando la casa para dejársela bonita y llena de amor a las que vendrán.