Opinión

Las inocuas tensiones entre ciudades

El despido por sorpresa de la directora del Centro Andaluz de las Letras, Eva Díaz Pérez, apunta a cuestiones de amiguismo y rencillas entre la capital, Sevilla, y la ciudad emergente que es Málaga

El Centro Andaluz de las Letras, en Sevilla.

El Centro Andaluz de las Letras, en Sevilla.

Pueden existir políticas culturales, pero la política en la cultura siempre es sospechosa. Transforma proyectos con intenciones ideológicas, retoca equipos que funcionan y ambiciona superar las cuestiones creativas e intelectuales para dirigir de la peor forma. Eso es lo que demuestra el despido por sorpresa de la directora del Centro Andaluz de las Letras, Eva Díaz Pérez, tras las nuevas mayorías en la Junta de Andalucía.

Toda apunta a que la decisión no está relacionada de forma directa con este cambio en el Gobierno. Se trata más bien de cuestiones de amiguismo y rencillas eternas entre la capital, Sevilla, y la ciudad emergente en toda España, Málaga. Fuera los sevillanos, padentro los malagueños. La foto es deprimente porque deja en mal lugar el valor y la fortaleza de la ciudad picassiana. No le hace falta entrar en estas feas dinámicas. Pero sí demuestra lo fácil que es trastocar un proyecto como el de Díaz Pérez que estuvo avalado por un concurso público.

Llevamos años reivindicando la necesidad de que los espacios de dirección cultural estén liderados por caras referenciadas por tribunales formados por profesionales del sector. Así se consideró hace tres años cuando la Junta de Andalucía optó por esta vía y contrató a la escritora y periodista. ¿O es que la idea del concurso público sólo es una falacia electoral? Y otra pregunta: ¿se pude despedir por vía rápida a quien ha ganado su plaza por méritos?

Eva Díaz Pérez logró situar al Centro Andaluz de las Letras en unos de los espacios de referencia en toda España poniendo en valor la literatura de los escritores andaluces y convirtiéndose en toda una agitadora. Ese tipo de cargos se valoran por la cantidad de acciones que se hacen y su calidad. Así vista la noticia, que sorprendió a todo el mundo de la cultura, suena a deprimente. Y eso no se puede permitir.

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