Opinión | Botón de nácar

Mis libros favoritos de Annie Ernaux

Todos sus libros son mi libro favorito de Annie Ernaux

La Nobel de Literatura Annie Ernaux.

La Nobel de Literatura Annie Ernaux. / Francesca Mantovani - Editions Gallimard

El primer libro que leí de Annie Ernaux, premio Nobel de Literatura 2022, La ocupación, no me gustó: me resultó incómodo. Me di cuenta tiempo después, cuando volví a él tras haber leído otros libros suyos, de que aquello que me produjo rechazo era que me veía un poco reflejada en la protagonista, o que reflejaba una parte de mí que no me gustaba demasiado. La ocupación es un libro sobre los celos.

La primera persona que me habló de ella fue mi hermano mayor: estuvo de auxiliar de conversación en Evreux, Normandía alta, región ernauxiana: ella nació en Lillebonne en 1940. Discutí de La ocupación con Félix Romeo. La entrega absoluta vino a partir de La otra hija, un libro-carta dedicado a su hermana de sangre a la que nunca conoció porque murió dos años antes de que ella naciera. Lo que me impresionó de ese libro fue cómo se mezclaba lo que se contaba con la escritura. También algunas cosas que dice, como «En consecuencia, tenías que morir a los 6 años para que yo naciera y fuera salvada ».

En ese libro de encargo aparecen muchos de los temas clave de sus libros: los padres, el bar-tienda, la escritura; también usa algunos de los procedimientos habituales: emplea fotos, tiene esa escritura seca, despojada de retórica, casi como un registro; y es un elemento más de una especie de obra en marcha dedicada a escribir la vida, como explica en el prólogo del volumen que lleva ese título: «Escribir la vida. No mi vida, ni su vida, ni siquiera una vida. La vida, con sus contenidos que son los mismos para todos pero que cada uno experimenta de manera individual: el cuerpo, la educación, la pertenencia y la condición sexuales, la trayectoria social, la existencia de los otros, la enfermedad y el duelo».

Entrevisté a Annie Ernaux por primera vez en Formentor, en 2019, el año en que le dieron el premio. Yo iba con mi hija de ocho meses y era el día de la boda de mi hermano, a la que no fui para entrevistar a Ernaux (el Nobel me ha quitado la mala conciencia). Estaban previstos quince minutos de entrevista que, por supuesto, no respeté: Ernaux parecía cómoda.

Volví a entrevistarla en abril de 2022 en Madrid. Se acordaba de mí, me preguntó por mi bebé y le enseñé algunas fotos, también por el matrimonio de mi hermano -feliz todavía-. Y charlamos unos veinte minutos. Le pregunté por el pudor, más bien por la falta de él en sus libros. Me dijo que aunque es pudorosa en la vida, al escribir desaparece, como si escribiera de otra persona. Rechazó la etiqueta «escritura de la intimidad», explicó una vez más que su intimidad, su vida, son un pretexto y que la forma de su vida es la forma de su escritura. Annie Ernaux forma parte de los escritores que buscan una estructura, de esos escritores cuyos libros puede parecer que hablan de lo mismo, porque son una excusa para la búsqueda de un estilo. 

Me he obligado a tratar de averiguar qué es lo que me gusta tanto de esta escritora de aspecto tranquilo y ojos claros. Me gusta que use la memoria como herramienta, comparto su interés por el tiempo y por cómo nos cambia, como si en realidad no hubiera una identidad fija -aunque hay algo que permanece y hace que siempre seamos nosotros, pero ¿qué es ese algo?-, me gusta que sus textos son emocionantes sin buscarlo y admiro profundamente su entrega a la escritura, ese poner al servicio de la forma sus pensamientos y los acontecimientos de su vida. Me gusta que tiene un sentido del humor discreto. En el retrato de sus padres veo a mis abuelos gallegos, en su ansiedad por encajar en Memoria de chica veo a la adolescente que fui. Todos sus libros son mi libro favorito de Annie Ernaux.