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#LibreríasDeGuardia por nuestra salud mental

La gran pregunta es cómo logramos que el deseo de leer cale en una persona que lo necesite

Una imagen de la librería Taiga. EPC

Una imagen de la librería Taiga. EPC / LIBRERIA TAIGA

La literatura es sanadora. Vayamos directamente a la ciencia. Un estudio de la Universidad de Sussex (Reino Unido) reveló en 2009 que seis minutos de lectura al día reducen los niveles de estrés, ralentizan el ritmo cardiaco, alivian la tensión muscular y estimulan el estado de ánimo hacia espacios positivos. Pero no es el único.

Otro estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale (EE.UU.) publicado por la revista Social Science & Medicine concluyó que leer libros puede aumentar nuestra vida profesional y familiar. Y no acaba todo aquí. Otro estudio realizado por investigadores del Rush University Medical Center de Chicago (EE.UU.) que hizo público la revista Neurology aseguró que la lectura, junto con otras actividades que estimulan la mente, podía retrasar los casos de demencia, en todas sus diversas manifestaciones.

Tengo diez estudios más sobre mi mesa, publicados todos en revistas científicas, que avalan la tesis: leer cualquier tipo de libro nos aleja de patologías tan duras e injustas como, por ejemplo, el alzhéimer.

Por ello, la campaña que ha impulsado Planeta esta semana y que tiene como título #LibreríasDeGuardia, situando al libro como la mejor medicina para muchas de las enfermedades mentales que ahora nos rodean y a las librerías como espacios expendedores de tales fármacos intelectuales, tiene todo el sentido del mundo.

La gran pregunta es cómo logramos que el deseo de leer, las ganas por conseguir que nuestra mente dé una voltereta y se introduzca durante al menos seis minutos al día en otros mundos fascinantes de la literatura o el ensayo, cale en una persona que lo necesite. Con esas ansias de seducción nos ponemos a hacer cada día el suplemento que tiene usted en sus manos, abril. Se trata casi de una responsabilidad ciudadana. Las editoriales y los libreros hacen el resto. Su tarea es fundamental.