CRÍTICA DE LIBROS

'Ritmo y temblor', de Emilio Trigueros: canto flamenco a la amistad del Sur

El autor de Algeciras aborda una novela teñida por la pasión por el flamenco y la importancia de unas raíces geográficas a las que volver

El escritor Emilio Trigueros.

El escritor Emilio Trigueros. / ARCHIVO

Ricardo Baixeras

"Siempre he querido escribir esta historia, que tú nunca oirás de mis labios". Así empieza Ritmo y temblor de Emilio Trigueros (Algeciras, 1972), autor de Al otro lado de las estrellas, su primera novela. Trigueros ha tratado de armar aquí una ficción que sea capaz de narrar la pasión por la música y el mundo del flamenco.

 Por momentos la novela se convierte en una narración trufada por un saludable tono ensayístico en defensa del "arte auténtico" y de figuras paradigmáticas como Camarón, "el Picasso del flamenco" o Paco de Lucía, "irrepetible". Pero es esta también una novela que puede ser leída como un canto a la amistad, al mundo inmenso que subyace en las pequeñas emociones tanto como un libro sobre la importancia del regreso al lugar de origen dibujado aquí como un mapa del Sur ("La gente se vuelve al sur para vivir lo que lleva") o el viaje de ida y vuelta de una serie de personajes que luchan por no perder el contacto con el mundo real que supone haber conocido Bahía Mercedes, el pequeño pueblo pesquero que quedará anegado tras unas intensas lluvias en septiembre de 1993. Personajes marcados todos ellos por el peso de la vida vivida: cada cual intentando ensayar las notas de su propia melodía. Trigueros parece querer indicar que lo decisivo reside en lo común y no tanto en los gestos extraordinarios "porque hay un calor muy especial en la gente corriente". El Astrónomo, el Orante, la Bordadora, Ritmo, Helga, Diego, Zyrab, Rebeca, Dióscoro, Zapatones o Silvia son personajes marcados por un afán indestructible que trata de alcanzar la vida por vivir, sea la que fuere, pero eso sí, alejada de los fastos huecos de una modernidad empobrecida. 

Intención totalizadora

Es encomiable el afán totalizador de la novela, en el sentido de que haya querido el autor mostrar el auge y, en cierto modo, la caída de un mundo que giraba en torno a la música auténtica alejada del glamour, de los premios y del famoseo que Trigueros dibuja muy bien. En algunos momentos ese afán totalizador lastra la lectura porque se abren líneas temáticas que no se resuelven y que crean un cierto desconcierto en el lector.

Y sin embargo ello no impide que se tenga la sensación de que el libro levanta el vuelto de manera muy notable cada vez que aparecen pasajes cuya fuerza lírica resulta palmaria: "Que las palabras hieran, arañen, desaten, desenlacen, se cuelen, abran, repiqueteen, difundan candor, calor, chispazos leves, cositas buenas y que se doblen en redobles, se embocen en rebozos, se caigan del guindo, sean himno en concierto, voluntad de hermanarse, acercarse y contarse; que ayuden a mirarse de otro modo que al fin y al cabo es lo que importa, el dejarse, rozarse o restregarse del modo que se encuentre posible y necesario. Que las palabras hablen. O que callen". 

Relato social en la medida en que es costumbrista, la fuerza de la novela reside en unos habitantes que luchan por mantenerse unidos por la solidez de lo entrañable y que no sucumben ni al poder arrollador de una modernidad sin escrúpulos ni al "muro de las desilusiones, la tapia estanca del dolor que clausura de un puñetazo un sueño que se prometía infinito portador de una magia infalible para encontrar puertos desde los que partir a un futuro diferente".  

'Ritmo y temblor'

Emilio Trigueros

La umbría y la solana

414 páginas | 15 euros