PERFIL

Margarita García Robayo, la literatura como experiencia

Durante el confinamiento surgieron obras en apariencia oscuras pero muy luminosas, como 'La encomienda', la última novela de la escritora colombiana, que acaba de llegar a las librerías españolas

La escritora Margarita García Robayo, fotografiada durante su última visita a Barcelona

La escritora Margarita García Robayo, fotografiada durante su última visita a Barcelona / Editorial Anagrama – Johanna Marghella

Inés Martín Rodrigo

Inés Martín Rodrigo

La última vez que nos vimos fue en Lima (Perú), en julio de 2019, a la salida de un restaurante. Margarita García Robayo tenía esa cara reluciente de los inviernos estivales, bello oxímoron anclado en la posibilidad de una vida. Desde entonces ha transcurrido un lapso de tiempo, indefinido e inasible, durante el que narrar se volvió una necesidad equiparable a la de respirar. Contar, su sinónimo más pertinente, adquirió entonces el sentido del que carecía la misma existencia. Y surgieron así, en ese intervalo sin certezas más allá de la muerte, obras maravillosas, en apariencia oscuras, pero muy luminosas. Como La encomienda (Anagrama), "una novela de encierro y de madrugadas", en palabras de su autora, que acaba de llegar a las librerías españolas.

En ella, una joven que vive lejos de su país y trabaja para una agencia de publicidad se enfrenta al desmoronamiento de su vacua rutina tras la inesperada visita de su madre. Una narradora, en primera persona, que no es García Robayo, aunque la suya sea una escritura del yo más íntimo y, por tanto, universal. "El yo es una construcción, un personaje más. La realidad es perfectamente desdeñable. Todos los escritores agarramos pedazos de vida y los convertimos en materia narrativa".

Su nacimiento, en la Cartagena de García Márquez, donde el Caribe lo baña todo, también las aspiraciones literarias, no la predestinó, puesto que su familia se mudaba con frecuencia. Sí quiso dedicarse siempre a la escritura, pero estudió Derecho –su padre es abogado y su madre, ama de casa– y Comunicación, lo que la condujo a la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, la que fundó Gabo, claro. Allí estuvo trabajando hasta que, en 2004, se marchó a Buenos Aires, ciudad en la que sigue viviendo. Al llegar, descubrió el oficio literario de Liliana Heker, en cuyo taller conoció a la también autora Samanta Schweblin, de la que es gran amiga.

"Todos los escritores agarramos pedazos de vida y los convertimos en materia narrativa"

Más de diez años después de su debut, con varios libros de relatos y cuatro novelas publicadas, García Robayo siente que va "encontrando una voz con la que me siento más sólida, más representada. A lo mejor he ganado cierta seguridad, ya no me importan tanto ciertas cosas, pero, por otro lado, vas perdiendo un poco de frescura, eso de escribir sin consecuencias. La publicación es una de las tantas consecuencias que puede tener un texto, pero ni de lejos es la más valiosa, ni la mejor".

La protagonista de La encomienda escribe en su laptop que "todo lo que se cuenta se daña". Su creadora ríe al escucharlo, al escucharse, y asiente. "Cuando algo llega al papel se desvirtúa, se corrompe. Por eso desconfío tanto de los textos que son estrictamente no ficción; no existe tal cosa. La literatura no es la vida, transcurren por rieles distintos". García Robayo cree, además, que los libros son experiencias y espera que algún día alguien viva en los suyos lo mismo que ella en los de Rulfo, José Emilio Pacheco, Josefina Vicens, Anne Tyler, Carson McCullers, Natalia Ginzburg o María Moreno. Por algo cuando escribe se disfraza.

'La encomienda'

Margarita García Robayo

Anagrama

192 páginas | 17,90 euros