Opinión | OPINIÓN

Viena fue un espejismo

En vacaciones, siempre te imaginas leyendo mucho y bien

Alejandra Pizarnik.

Alejandra Pizarnik. / ARCHIVO

Pongamos que es mediados de julio. Pongamos que entras a una librería con la clara intención de que un libro te adopte y te lleve de vacaciones. Pongamos que días después piensas que esa es la mejor manera de entrar en una librería. Cada julio, el ritual de elegir los libros que te llevarás y te llevarán de vacaciones. Cualquier lector sabe que esa es una gran decisión que no se toma a la ligera.

En vacaciones, siempre te imaginas leyendo mucho y bien. Leer, por ejemplo, después del desayuno, que es la hora más lujosa para leer. Piensas que el libro condiciona el lugar, y no al revés. Por ejemplo, un año te fuiste de vacaciones a La hermana menor, de Mariana Enríquez a pesar de que estabas en Viena. Ese libro poliédrico sobre Silvina Ocampo al que has regresado a menudo.

Recuerdas más cosas del libro que de Viena, o tal vez sería más exacto decir que Viena estará siempre unida en tu mente a este libro. Recuerdas que Silvina Ocampo dijo que cuando estaba nerviosa escribía poemas en papelitos porque no hay el problema del final y el principio. Escribía en papelitos esos poemas y los perdía viciosamente. Viciosamente fue la palabra exacta que empleó.

Recuerdas que leías por las tardes, después de hacer que conocías Viena por las mañanas. Lo normal hubiera sido tal vez leer a Elfriede Jelinek o a Thomas Berhard en Viena, e ir al Café Jelinek para contextualizar más la lectura. Pero hace ya tiempo que desististe de lo normal o que simplemente descubriste que lo normal no existe, es solo un invento. Y puestos a inventar prefieres tus propios inventos.

Si Viena es Silvina Ocampo, Córdoba es Alejandra Pizarnik. Encontraste la clásica edición de Lumen de su poesía completa en una librería de Córdoba. Tenías apenas veintipocos años, leías poesía y no la conocías. Cualquiera puede imaginar el impacto de Pizarnik estrellándose contra la vida de una joven lectora de poesía. Tanto es así que apenas recuerdas Córdoba. Este libro ha sobrevivido a todas tus mudanzas y lo has leído durante tantos años que por momentos has pensado que ya estaba leído del todo.

Error, porque es entonces cuando aterrizas en un poema como si lo leyeras por primera vez, o como si lo entendieras por primera vez. Y en ese momento piensas en lo buena que es, que fue, Alejandra Pizarnik. Nos hemos acostumbrado a su dolor infinito, a su brevedad y a su misterio. Y, de repente, parece fácil preguntar: "¿Tendré tiempo para hacer una máscara cuando emerja de la sombra?". De repente parece fácil. No le dio tiempo a hacerse la máscara a Alejandra. Solo le dio tiempo a rodearse de espejos, de lilas, de cenizas, de silencios y de muerte. Alejandra Pizarnik fue puro abismo y tuvo vértigo.

Dice Vivian Gornick que de vacaciones con parientes o amigos es más que capaz de acomodarse, libro en mano, en el sofá del salón de una bonita casa de campo y apenas despegarse de él "para disfrutar del bendito verdor que habíamos ido buscando". Parece que Vivian Gornick también practica eso de pasar las vacaciones en un libro y que el verdor sea murmullo al fondo. También podrían ser murmullo el mar, o las montañas, o el río. Que, por otra parte, también les digo, es muy importante el murmullo en unas vacaciones. Todo libro tiene su texto y su murmullo.

Recuerdas que de regreso de Viena soñaste con Silvina Ocampo, tenía unos cincuenta, tal vez sesenta años, llevaba unas gafas de sol blancas y no paraba de hablar en francés. Y tú, que no sabes francés, entendías todo lo que decía. Entre otras cosas, insistía en que le dijeras a Alejandra que ella estaba en París esperándola, que a París se llegaba fácil y que se diera prisa porque la fiesta estaba a punto de terminar. Tú le preguntaste si estaba segura de estar en París y ella te miró por encima de sus gafas con cara de estar perdiendo la paciencia. No te atreviste a sugerirle que pudiera ser que estuviera en Viena. Total, quizás eras tú la que estaba equivocada y Viena fue un espejismo.