LIBROS

Literatura erótica: el mismo deseo, otra dimensión

Hace una década, la escritora británica E. L. James reventó el mercado editorial con 'Cincuenta sombras de Grey', libro con el que la literatura erótica volvió al primer plano de la actualidad. Un buen momento para (re)definir el género y ver cómo ha cambiado

La escritora E. L. James, autora de 'Cincuenta sombras de Grey'

La escritora E. L. James, autora de 'Cincuenta sombras de Grey' / JOSÉ LUIS ROCA

Joan Foguet

La imagen se hizo muy popular hace unos años en el transporte público, en la arcadia prepandémica, hace una década: miles de mujeres (y también muchos hombres) devorando un libro ojipláticas, sin que se pudiera leer el título, pues llevaba una tapa añadida, opaca, un biombo simbólico. Si uno se atrevía a mirar por encima del hombro descubría las lúbricas andadas de Christian Grey, protagonista de Cincuenta Sombras de Grey (2011), de E. L. James, que reventó el mercado editorial de entonces. La literatura erótica volvía al primer plano de la actualidad, entre medias sonrisas, mejillas sonrosadas e imaginación liberada.

La literatura erótica vende, sí. Siempre ha sido así, recuerden Historia de O, de Pauline Réage, o bien Trópico de Cáncer, de Henry Miller. ¿Y ahora también? Un fenómeno como es la autora de novela erótica Megan Maxwell ha vendido más de 5 millones de libros. Con la saga Pídeme lo que quieras vendió un millón de libros. Parece que hay cantera. Noemí Casquet vendió más de 150.000 ejemplares con Cuerpos y su trilogía Zorras es de las más recomendadas en las librerías cuando uno se atreve a preguntar. 

Modas

“La literatura erótica no es algo exclusivo de nuestro presente”, expone Pablo Álvarez, director y fundador de Editabundo Agencia Literaria. Vamos a golpe de modas, a estirones de Grey y compañía, quizás. Álvarez le quita hierro: “Los fenómenos no son más que la muestra de que existen lectores voraces de un determinado género”. Y eso viene de lejos y a este agente literario le vienen referentes como “Anaïs Nin, pionera en la narrativa erótica, Marguerite Duras con El amante, e incluso el propio Oscar Wilde con Teleny”. Además, Álvarez asegura que “no solo es habitual sino necesario” tener a autores de novela erótica en cartera. 

¿Qué es la literatura erótica? ¿Cómo ha cambiado? Vamos a un clásico del género romántico como es El Amante de Lady Chatterley (1928), de D. H. Lawrence, que en su página 4 da un poco de vuelta: “En el impulso sexual efectivo, dentro del cuerpo, las hermanas estuvieron a punto de sucumbir al extraño poder del macho. Pero la recuperación fue rápida: aceptaron el impulso sexual como una sensación y siguieron siendo libres. Mientras los hombres, agradecidos por la experiencia sexual, entregaron sus almas a la mujer”. En cambio, Grazia Giordano, en su reconocido El diario de Lilith (2021) expone una narrativa más gráfica: “Me quita las bragas y levanta mis piernas. Ahí, delante de él, completamente abierta para recibir su embestida. No lo va a hacer”.

Las relaciones entre personas han cambiado en el último siglo, sí. Pero el calor interior es el mismo, la voluntad de dibujar escenarios tórridos, vividos o por vivir, son tan antiguos como el mismo fuego. Es literatura. 

Elena Crespi, sexóloga: “No veo clara la diferencia entre literatura erótica y romántica, o incluso porno, porque todo es lo mismo: erotismo"

La psicóloga, sexóloga y divulgadora Elena Crespi va al grano: “No veo clara la diferencia entre literatura erótica y romántica, o incluso porno, porque todo es lo mismo: erotismo: La literatura erótica ha sido durante mucho tiempo un refugio, ahora nos explicamos en nuestro tiempo”. Por su parte, Helena González, profesora de literatura gallega y portuguesa y directora del Centro de Investigación Teoría, Género y Sexualidad de la Universidad de Barcelona (UB) apunta que “el concepto de erotismo y de pornografía tiene que ver con el prejuicio moral y el límite de la mirada que tengamos” y agrega que “estos límites cambian continuamente, porque hace poco más de un siglo ver parte de la pierna de una mujer era considerado pornográfico y escandaloso”.

Objetivo

Fernando Valls es profesor de Literatura Española Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y subraya que “el objetivo de la literatura erótica creo que es entretener y quizá también excitar al lector”. A este punto se suma también Helena González, también experta en literatura gallega y portuguesa, que mantiene que “la denominada literatura erótica no es un invento de nueva generación y “cumple la función de la literatura: dar placer”. La profesora de la UB mantiene que “es un producto de ficción, y también aporta elementos para el debate en nuestro propio mundo; es una producción cultural más, y un producto masivo es interesante porque la cultura popular llega a muchísima gente”. A pesar de ello, González insiste en que “la finalidad de la literatura es entretener, no formar”. Extremo al que también llega la sexóloga Elena Crespi, que indica que “a las mujeres nos han educado como objeto de deseo y no como sujeto de deseo”. La divulgadora y colaboradora en medios de comunicación lamenta que “continuamos con el límite entre santa y guarra, y por eso hacía falta vestir de romanticismo el deseo”. 

La editora Beatriz de Moura, fundadora de la colección de literatura erótica La Sonrisa Vertical

La editora Beatriz de Moura, fundadora de la colección de literatura erótica La Sonrisa Vertical / MAITE CRUZ

La literatura es una de las arterias de la evolución social y es testigo del bombeo de los cambios y metamorfosis. Estamos hechos de retales de contextos, de la yuxtaposición de contradicciones del tiempo de cada cual, y con el erotismo la cosa no es diferente. ¿Es España diferente? ¿Tiene más o menos tradición? El profesor Valls subraya que “hay excelentes obras con contenido erótico, desde La Celestina y El libro de Buen amor, a La lozana andaluza o la Carajicomedia”. Valls agrega que “los llamados Besos de amor, de Meléndez Valdés, son versos que hoy nos parecen mucho menos eróticos que en su momento, o diversos poemas de Neruda, Alberti o Ana Rosetti, Cristina Peri Rossi o Pere Gimferrer, por solo citar unos pocos nombres más contemporáneos”. 

Pioneros

Y hablar de literatura erótica en España es hablar sí o sí de La Sonrisa Vertical. Por si alguien acaba de llegar de un planeta lejano hay que recordar que se trata de la colección de novela erótica de la editorial Tusquets de la que fueron promotores Beatriz de Moura y Luis García Berlanga. El primer título de esa colección fue La ilustre y gloriosa hazaña del cipote de Archidona (1977), de Camilo José Cela. Si bien la idea principal era acuñar un canon de literatura erótica más o menos contemporánea con títulos como Nueve semanas y mediaLas amistades peligrosasHistoria de O, Memorias de una cantante alemana, la cosa no podía quedar solo en eso.

Hablar de literatura erótica en España es hablar de La sonrisa vertical, colección de la que fueron promotores Beatriz de Moura y Luis García Berlanga

Berlanga quería hacer aflorar el pálpito sexual del país después de décadas de nacional catolicismo y cerrazón. Así pues, nació el concurso de La Sonrisa Vertical en 1979, que tuvo de ganadora Educación sentimental de la señorita Sonia, de Susana Constante. Diez años más tarde, Almudena Grandes conquistó el premio con Las edades de Lulú, un auténtico fenómeno. El premio La Sonrisa Vertical se convocó por última vez en 2004 (y quedó desierto).

Educación sexual

Todos esos volúmenes, con su distintiva tapa rosa y su logotipo sugerente e inevitable, forman parte de la educación sexual y sentimental de más de una generación de españoles. Y eso también creó cantera, como apunta Pablo Álvarez, que insiste en que autoras como Almudena Grandes se iniciaron con este género. Y fundó también una manera de escribir. Grazia Giordano habla de su caso: “Decidí escribir de erotismo para provocar a la gente”. Para esta autora de origen italiano, “la gente lee cada vez menos, vivimos en la época de las redes sociales, quiero usar un lenguaje para todo el mundo, la jerga que se usa, y la gente también lo quiere”.

Laura Huerga es editora de Raig Verd, y desde su editorial se ha puesto en marcha Fuera de Norma, que es un concurso de relatos eróticos que tras dar el premio al vencedor publica una antología de los trabajos presentados. No es La Sonrisa Vertical, pero ha sido un éxito. Es de esos volúmenes que te recomiendan en las librerías, con aquella alegría que da que a las editoriales pequeñas les vayan bien las cosas. Huerga apunta que “no esperábamos vender mucho, lo hicimos por convicción, pero en el primer concurso se presentaron más de 300 manuscritos” en castellano y en catalán. Ahora se ha abierto la tercera edición, pero de las dos primeras antologías se ha llegado a la segunda edición. Huerga responde a por qué editar literatura erótica con un “¿por qué no? Es una literatura erótica, feminista sobre todo, que empodera al autor o autora”. Para esta editora independiente, “de hecho, con esta literatura ves más maneras de acercarse a uno o a otro: la fantasía y las posibilidades que pueden llegar a pasar”. 

Pablo Álvarez, director Agencia Editabundo: “El feminismo ha influido en nuestra sociedad en todos los niveles y, por supuesto, también en la novela erótica”

El acento feminista es muy importante para entender la literatura erótica de hoy, quizás uno de los elementos diferenciales, además de la aproximación al propio cuerpo. El agente Pablo Álvarez, que dirige la agencia Editabundo como si fuera un laboratorio de libros, asegura que “el feminismo ha influido en nuestra sociedad en todos los niveles y, por supuesto, también en la novela erótica”. En este sentido, pone como ejemplo a Noemí Casquet, “una autora que escribe novela erótica, pero desde un prisma feminista y centrado en el placer femenino, y en la propia liberación de la mujer”. Sobre este particular, Elena Crespi sostiene que “gracias a muchas escritoras hemos aprendido a usar todo el alfabeto del sexo”. Y agrega que “de las princesas Disney hemos pasado a escritoras como Bel Olid, Eva Baltasar, Carlota Gurt, y ahora las mujeres hablamos y tenemos la perspectiva sexual de mujer”.

Pero no todo el monte es orégano, porque “sigue el coito-centrismo o falocentrismo”. Algo en lo que abunda Huerga que apunta que “en la literatura pasa como con el cine, que con la pornografía no hay todavía un punto de vista femenino”. Es más, para la editora de Raig Verd, “la literatura contemporánea es machista directamente” aunque “con elementos como estos, como este caso de la literatura erótica con un punto feminista hay un poco de luz”.

Géneros

Sobre el recorrido del erotismo en la literatura y si hay algo así como literatura para cada género, Fernando Valls lo niega académica y categóricamente: “En el terreno de la literatura-literatura, no hay géneros para mujeres y para hombres, no existe tal distinción”. Es más, “si los contenidos eróticos son –abunda el profesor de la UAB– más feministas es porque la sociedad ha mejorado, ha empezado a aceptar los cambios de costumbres, y las relaciones sexuales deben mostrar esa sociedad más natural y compleja”. Laura Huerga apuntala este extremo y añade que “el relato erótico tiene como misión provocar y hacerte salir de la zona de confort: no solo de tipo sexual, también literario”. La pulsión artística es evidente pues y también su querencia en el mercado editorial, como apunta Pablo Álvarez: “La narrativa erótica siempre ha existido, como te decía, y los editores están en la búsqueda constante de grandes voces tanto en este como en el resto de géneros”.

Laura Huerga, editora de Rayo Verde: “El relato erótico tiene como misión provocar y hacerte salir de la zona de confort: no solo de tipo sexual, también literario”

Grazia Giordano es autora de El diario de Lilith y muchas cosas más, y profundiza en el porqué de la literatura erótica: “Entiendes el personaje, sus traumas, sus ilusiones, como lector lo vives”. Y habla de su protagonista, Lilith, que “es una mujer libre, como es una mujer libre, cualquiera que lo lea”. Y lanza una sentencia: “Hay que dejar de plantearse qué es bueno o malo sobre el sexo”. Quizás aquí radique uno de los grandes temas de la literatura erótica, o de todo lo que tenga que ver con el sexo, y con la identificación que se puede tener con este asunto cardinal y tabú en nuestras vidas. Es el sino y la condena de la literatura: tratar de explicar qué somos, y (casi) siempre quedarse a las puertas de la gran respuesta que no llega. 

Y esa voluntad de expresar la búsqueda de los límites y los deseos de sobrepasarlos lo que hace que la literatura erótica sea tan buscada. El profesor Valls remacha que “la literatura, como el territorio de libertad que debería ser, puede resultar el lugar ideal para tratar perversiones e incluso aberraciones, siempre que lo que se escriba tenga entidad literaria, no sea un producto oportunista que satisfaga al comercio y a las modas pasajeras”. Y atención, quizás no encontremos tanta literatura erótica como presumamos en las estanterías de las librerías “porque ahora es más frecuente encontrarla en pasajes concretos de determinados libros”. En este sentido, Crespi matiza que “la literatura no es tan sencilla como el cine porque te contextualiza. Pero también atrapa más”.

Calidad

Además, la literatura erótica de calidad no es fácil de producir. “Saber hacer una buena novela erótica requiere un amplio conocimiento del género y un buen dominio narrativo para cumplir con todo lo que los lectores esperan de ellas, pues son muy exigentes”, sentencia Álvarez. Clientela experta y voraz. Y también el cambio en la aproximación a la literatura. Helena González subraya que “sin duda está cambiando la manera de consumir” y apostilla que “el fenómeno de Harry Potter se ha alimentado a través de redes sociales y foros de internet, por ejemplo”. Es difícil saber cómo ha cambiado, pero está cambiando, y mucho. Para la profesora González “es más sencillo que la literatura erótica a partir de ahora tenga mucho más espacio”. ¿La pluma vencerá al vídeo? “A pesar de que el consumo pornográfico es básicamente visual, la literatura tiene una opción para ir más allá”. 

Es interesante leer a Grazia Giordano por su transparencia y por su verticalidad, dice la crítica. Medio en broma asegura que quizás la literatura erótica debería aparecer en la sección de autoayuda o de crecimiento personal en las librerías. Pero se pone seria y añade que para muchas mujeres “es un placebo, necesitan poder imaginar, poder creer que ellas también pueden”. Por lo tanto, “hay necesidad de este tipo de contenido, pero no es fácil vehicular”, apunta para agregar que ella se autopublicó el volumen.

Pablo Álvarez matiza que en las editoriales hay de todo, que buscan de aquí y de allá, porque, “como ocurre en el sexo, la clave es encontrar a quien mejor lo haga”. Sobre el uso que debiera tener la literatura erótica, Elena Crespi lanza una receta: “Tendríamos que ser más usuarios de la literatura erótica, sin duda porque sirve para alimentar el cerebro erótico y la imaginación sexual, y eso nos enriquece”. Todas las fuentes consultadas coinciden en que es un buen momento para la literatura erótica, solo hace falta un poquito de atrevimiento: el deseo es el mismo, pero con otra dimensión.