LITERATURA

Escritores ‘abril’ ante los retos del futuro

Los autores que escriben en ‘abril’ tienen diversas opiniones sobre el momento del sector editorial. Todos coinciden en que existe un antes y un después de la pandemia desde el punto de vista creativo, de interés del lector y del negocio del libro. Pero más que conclusiones, existen dudas

Olga Merino, Juan Tallón, Laura Fernández, Manuel Guedán, Julio Llamazares, Juan Cruz, Mariana Sández, Miqui Otero, Juan José Millás.

Olga Merino, Juan Tallón, Laura Fernández, Manuel Guedán, Julio Llamazares, Juan Cruz, Mariana Sández, Miqui Otero, Juan José Millás. / ALBA VIGARAY | JOSÉ LUIS ROCA | ROBERT RAMOS | JORGE GIL | FERRAN NADEU | ARCHIVO

Fernando Rimblas

Gran parte de los escritores y críticos habituales en las páginas de Abril y de los periódicos de Prensa Ibérica, con los que se publica El Periódico de Catalunya y

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

, tienen una presencia destacada en esta edición de la Feria del Libro de Madrid, ya sea porque acuden a recibir premios obtenidos por sus libros, como es el caso de Laura Fernández o Ricardo Menéndez Salmón; a las tradicionales, y a veces repetidas, firmas de ejemplares (prácticamente todos ellos); a la participación en encuentros y coloquios y, en todo caso, por la muy personal satisfacción de recuperar este espacio privilegiado de lectores apasionados. 

La normalidad reconquistada aviva la reflexión sobre el presente y el futuro de la Feria. Así, Juan José Millás destaca que este "es el único momento del año en el que el libro sale en busca del lector, y no al revés. Es, por otra parte, con la de Guadalajara, México, la más importante del mundo en castellano, por lo que me gustaría que hubiera más presencia de agentes, y que se negociaran traducciones. En otras palabras, que sin perder sus características, adquiriera algunas de las de Frankfort".

Es también la Feria ocasión de repasar las tendencias más relevantes de los últimos años, y aquí las opiniones son diversas. Desde "la espita que abrió La España vacía, el certero ensayo de Sergio del Molino, a un manantial que venía de lejos (Delibes, Jesús Moncada, Llamazares)", como apunta Olga Merino, "al éxito de Patria, de Aramburu, por su capacidad para generar un discurso en torno a la ficción como forma de intervención en la realidad", como asegura Menéndez Salmón; o Irene Vallejo y El infinito en el junco, un ensayo especializado y de calidad que ha sido y sigue siendo un superventas", afirma Aloma Rodríguez, pasando desde luego por "la presencia de la mujer en todos los ámbitos del sector: hay más escritoras, más editoras, más libreras, más mujeres llamando la atención sobre su sintaxis, sobre su manera de editar los libros, sobre su modo de venderlos", considera Juan Cruz. En esto abunda Juan Tallón, que destaca "la aparición de nuevas editoriales independientes, así como el hecho de que los catálogos, en general, tengan cada vez más escritoras".

Cambios, adaptación, superviviencia

"Se produce mucho más de lo que se lee, muchas editoriales asumen y reproducen el ritmo vertiginoso de publicar un libro por semana", apunta Guedán

Si Manuel Guedán señala la publicación de Lectura fácil, de Cristina Morales, como "un libro que abre nuevos caminos para la literatura española, que desafía al poder desde el lenguaje, que sabe ser punk y comedia, y que no necesita ser una novela redonda ni perfecta para ser magistral", Laura Fernández destaca "el fenómeno impresionante que significó Ordesa y la consagración de Agustín Fernández Mallo, cuya Generación Nocilla se ha hecho un hueco definitivo en la literatura española y fue un impulso de esperanza para que se pudieran hacer cosas como la que yo he hecho, distintas, ambiciosas, que pretenden jugar con la forma de narrar".

El censo de sorpresas de los últimos tiempos incluye a Cristian Crusat y Emiliano Monge (Menéndez Salmón), Berta García Faet, Natalia Carrero, Bárbara Mingo o Rubén Martín Giráldez (Aloma Rodríguez), Manuel Vilas, Juan Tallón, Bárbara Blasco, Nuria Labari y Laura Fernández (Juan Cruz), Gabriela Ybarra, y también Vilas y Labari (Juan José Millás), Guillermo Aguirre, Óscar García Sierra, Ali Smith, y, en Lengua de Trapo, Vicente Monroy y Elizabeth Duval (Manuel Guedán). Son algunos ejemplos de los terrenos por los que circula ahora la ficción, una ficción "que es difícil que no esté contaminada, o alimentada o renovada por la realidad, por el presente, por los tiempos, en definitiva, en que viven los propios autores", asegura Juan Tallón.

No es, como se ve, escaso el plantel de nuevos talentos que pueblan el panorama literario español, lo que no excluye la creciente dificultad que todos encuentran en un mercado, sin embargo, sobredimensionado. "En 2021 se publicaron en España 64.645 libros en papel y 28.077 en soportes electrónicos. Si tenemos en cuenta que el lector medio consume aquí una media de 13 libros al año, parece que algo no funciona bien. Está desapareciendo el escritor/obra clase media, emparedado entre dos únicas opciones posibles: el libro pequeño (me refiero a tiradas cada vez más cortas) y el best seller", explica Olga Merino. ¿Podrá sobrevivir el mercado literario español a la sobreproducción? 

"Supongo que sí; con qué consecuencias, es algo que se me escapa -apunta Juan Tallón-. En todo caso, la industria editorial, y en general cualquier industria, vive en el cambio, en la adaptación, en la supervivencia". Juan Cruz señala que este es "un momento clave. La combinación de géneros, que me parece un hallazgo, no debe confundirse con la confusión. La literatura es una exigencia, cualquier cosa no es literatura. Ahora parece que basta con contar para ser relevante en literatura. Escribir es algo muy grave, no es sólo redactar. Cuando acabe la presente facilidad para llamarse escritor es posible que acabe esta especie de mejunje que es la lista de éxitos". Manuel Guedán remacha: "Se produce mucho más de lo que se lee, muchas editoriales asumen y reproducen el ritmo vertiginoso de publicar un libro por semana. Con los índices de lectura que hay en nuestro país, eso es una locura".

Nuevas generaciones de lectores y escritores

"Lectores y escritores se retroalimentan siempre. Lo que no sé es si en la literatura es antes la gallina o el huevo", apunta Llamazares

Cabría preguntase, entonces, si hay público para tanto título, si han surgido nuevas generaciones de lectores y escritores. "Siempre las hay. Cada época las tiene y esta no iba a ser menos", sentencia Julio Llamazares. Juan Tallón matiza: "No sé si cabe hablar de generaciones de escritores, pero hay continuamente nuevas voces luchando por escribir su primera novela, su segunda, su tercera, y que reciban atención y reconocimiento por ello. Quizás, con el tiempo, puedan formar una generación. O no". Aloma Rodríguez prefiere pensar los libros y los escritores y los lectores sin ese aspecto generacional jerárquico. "Ahora estoy deseando leer Los campos azules, la primera novela de Julia Soria, una escritora de 73 años, lo que demuestra que la división generacional es poco fiable".

Todos los entrevistados parecen de acuerdo, sin embargo, en que el público lector creció durante la pandemia, y esperan que la tendencia se mantenga. Manuel Guedán rebaja el optimismo: "Todos estamos muy escépticos ante ese aumento de las cifras, porque tememos que pronto revierta, una vez que otras formas de ocio y otros hábitos culturales, que se han visto más afectados, recuperen su pulso. Ojalá nos equivoquemos". En todo caso, para Olga Merino, "el confinamiento volvió a poner en valor el acto íntimo de la lectura", y Mariana Sández completa el diagnóstico: "Mientras fue imposible desplazarse y contactarse físicamente, las historias –más que nunca– movieron horizontes y ofrecieron viajes, conectaron, aliviaron soledades, que es en definitiva la esencia de los libros". Laura Fernández recuerda que "durante la pandemia nos fuimos cansando de todo, llevábamos años inmersos en la dinámica de la autoficción, y acabamos hartos de tanta realidad. Así, la gente que había abandonado la lectura, la retomó, y volvió sobre todo a la lectura de la imaginación, la más evasiva, que no tiene tanto que ver con la vida de los demás". Ernesto Ekaizer suma a esta tendencia el evidente auge del libro de investigación periodística.

Siguiendo el argumento, cabría preguntarse si ese público lector, nuevo y creciente, ha favorecido el desarrollo de un nuevo estilo de escritura. Según Ricardo Menéndez Salmón, "si hablamos del libro como objeto de consumo, el lector crea la obra; si hablamos del libro como depósito de conocimiento, el autor antecede a su público". Julio Llamazares apunta: "Lectores y escritores se retroalimentan siempre. Lo que no sé es si en la literatura es antes la gallina o el huevo". Pero "estamos en un universo de gran confusión. En ese ámbito es muy posible que los lectores no se sientan capaces para decir que mejor no les cuelen gato por liebre. A la literatura (a lo que muchos llaman literatura) hay que aplicarle un nuevo método de control de calidad", dice Juan Cruz.

El papel de las publicaciones especializadas

"La gente quiere leer y sobre todo necesita hablar de lo que descubre o lee, es otra forma de relacionarse", dice Sández

En ese control de calidad literaria juegan sin duda un papel fundamental las publicaciones especializadas. ¿Cuál es su valor real en estos momentos? Ricardo Menéndez Salmón lo desconoce, pero cree que debería ser "la honestidad de hablar sólo y exclusivamente de libros que merezcan asombro y dedicación". Juan José Millás recuerda que “tuvieron mucha importancia en su momento, pero hoy han decaído. Su influencia en la venta, según los editores, es muy pequeña. Faltan prescriptores, y los lectores se buscan la vida como pueden”. En este sentido, Julio Llamazares cree que, como la crítica, deberían servir para arrojar un poco de racionalidad en el mundo de la literatura, tan mediatizado y superficial. Y en este contexto nace Abril. "Nunca más oportuno que sea así en una época que claramente está valorizando y poniendo el libro en el centro de los intercambios sociales. La gente quiere leer y sobre todo necesita hablar de lo que descubre o lee, es otra forma de relacionarse", celebra Mariana Sández. 

"Dicen que cada vez importa menos la opinión de críticos y periodistas culturales", declara Olga Merino. "Para mí, que soy de la vieja escuela, siguen siendo un punto de referencia. Sigo el criterio de algunos críticos cuya opinión respeto". Ricardo Menéndez Salmón, en esto, sigue a Walter Benjamin: "El comentarista literario es un químico que informa cómo se constituye una obra; el crítico literario es un alquimista que desvela lo que hay oculto en ella". Para Ernesto Ekaizer, la función de la crítica "debería de ser la de aconsejar, pero el arte de la crítica va desapareciendo, porque los que escriben recensiones, como se decía en mis tiempos, procuran escribir sobre asuntos y de manera que no les comprometa demasiado. Ojalá la reseña crítica vuelva a ser lo que era".

Si a Juan Tallón le gusta que la crítica "profundice en los libros, que contagie el entusiasmo de la lectura", Manuel Guedán cree que "a fin de cuentas el crítico es un lector profesional con talento para descubrir un libro nuevo dentro del libro. Eso es lo que le pido yo al género". Lo que pide Laura Fernández es que "la crítica descubra, oriente e ilumine todo aquello que va a ser nutritivo para la literatura en el futuro".