HE VENIDO A HABLAR DE MI LIBRO

Antonio Soler: "A través del confesionario sonsacó, manipuló y abusó de su poder. Formó lo más parecido a una secta"

El escritor malagueño explica el origen de su nueva novela 'Sacramento', basada en la historia de Hipólito Lucena. Un clérigo que, siguiendo la estela de san Bruno, acabó envuelto en una leyenda de perversión

Antonio Soler.

Antonio Soler.

Antonio Soler

Me hablaron cuando era joven de un cura irredento que fue juzgado en secreto por el Vaticano, condenado y sepultado en vida. Al tercer día no ascendió a los cielos. Sí subió a las alturas, al menos a diez mil metros, en un avión de Alitalia a los veinte años de su condena, que es cuando lo liberaron y volvió a su ciudad, Málaga, a pasar los últimos años de su vida. Su crimen: herejía. Para otros solo fue un exceso de amor al prójimo. A través del confesionario sonsacó, manipuló y abusó de su poder. Con mujeres. Y formó una congregación, lo más parecido a una secta. Según decía, para estar más cerca de Dios, para casi rozarlo con sus dedos a través del éxtasis y el orgasmo. Las mujeres de su congregación, sus esposas, siempre le fueron fieles. Lo veneraron.

Esa era la historia. Eso me contaron fuentes bien informadas cuando yo era un joven que quería ser escritor. No obtuve material suficiente para escribir algo con la necesaria entidad literaria. Tampoco me importó mucho. Mi mundo literario, y el otro, estaban lejos de esos asuntos. Pasaron los años. Me fueron llegando cada vez más noticias del libidinoso cura. Se corrió la voz de que yo era experto en esa historia que se contaba en voz baja. Y gracias a ese rumor en verdad fui sabiendo, conociendo detalles de la vida y obra –luminosa por un lado, oscura por otro- del cura Hipólito.

En vísperas de la pandemia se produjo el milagro laico. Eso que llamamos coincidencias. Dos días después de comentarle a un buen amigo mi idea vaga de escribir sobre el personaje, mi amigo encuentra en un autobús a una amiga y esta amiga repentinamente le habla del cura Hipólito. Ella es heredera de una querida tía que perteneció a la congregación herética de Hipólito, y entre las pertenencias hay un álbum con decenas y decenas de fotografías del cura.

La amiga se ofreció generosamente a mostrarme el álbum. Junto a las fotos había otros documentos. Pero las fotografías fueron determinantes para que yo escribiese ese libro. Sacramento. Ahí estaba Hipólito en brazos de su madre, niño, vestido de primera comunión, rodeado de su familia, en el seminario, con las mujeres de su congregación, en romerías, bajo palio, en peregrinaciones. Esas mujeres con las que mantenía relaciones sexuales en el altar de su iglesia. Allí sonrientes. Felices. Cuando la trama fue descubierta a ellas se les prohibió entrar en un convento. Habían sido tocadas por la mano de Satanás.

Ahí estaba la historia. Extraña. A tramos insólita. A tramos increíble. Pero el mundo está lleno de historias extrañas e increíbles. Para un novelista, al menos de los de mi familia, esa no es la cuestión ni lo que hace literatura. La cuestión estribaba en cómo contar esa historia. Lejos del panfleto. Lejos del noticiero o de la pedrada a la Iglesia. Lenguaje, estructura. Lejos de la novela clásica que podía quedar plana y hacer aún más opaco o increíble al personaje. Esa era la dificultad. El cómo.

Pensar, planificar. Dividir el libro en tres partes. Y en tres géneros. Una primera parte memorialística en la que se narraría el modo mismo en que fue concebido el libro y los vericuetos por los que la información fue llegando hasta mí. Eso daba lugar a una reflexión sobre la escritura y su sentido. Una segunda parte debía abordar el caldo de cultivo. El país y la sociedad que hicieron posible que esa historia fantástica pudiera ocurrir. España, años cincuenta, mundo oscuro, rumorologías y silencios. Vida tras los visillos. La tercera parte sería la novela en sí. La vida extraña del extraño hombre. Sus desgracias –orfandad materna, hermanos fusilados–, sus ambiciones, escalada social, y la invención de una teoría donde la mística se mezclaba con la voluptuosidad, la oración con la blasfemia y el rito sagrado con la profanación.

'Sacramento'

Autor: Antonio Soler

Editorial: Galaxia Gutenberg

416 páginas. 22 euros